lunes, 31 de mayo de 2010

¡Váyase señor Rajoy!

He escrito en repetidas ocasiones en este blog defendiendo la política económica de Zapatero, especialmente desde que empezó la crisis en Octubre de 2008.
Lo he hecho desde el convencimiento meditado, razonado y explicado de que las decisiones tomadas por el gobierno de Zapatero han sido las correctas.
En estos momentos se recrudecen los ataques al presidente del gobierno español.
Las razones que se dan para pedir su retirada son de dos tipos. Por un lado están los adversarios políticos del PSOE, CIU y PNV en sus respectivas regiones y el PP en el ámbito nacional. Éstos atizan la hoguera en la que quieren inmolar a Zapatero con razones básicamente de cálculo electoral. Su actuación va dirigida a conseguir el puesto que actualmente ocupa el PSOE en sus respectivas circunscripciones, independientemente de la adecuación o no de sus medidas políticas.
Por otro lado están los partidos y simpatizantes de izquierdas, cuyas razones para enfrentarse a Zapatero son fundamentalmente emotivas. No les gustan las medidas que está tomando porque no son típicamente de izquierdas, aunque la mayoría admite que no queda más remedio que tomarlas. Algunos de este segmento están actuando con cálculo de cara a las próximas negociaciones, tratando de presionar para conseguir una mejor posición.
Estando así las cosas, pienso que no es eficaz una defensa de Zapatero basada en la exposición razonada de la adecuación de su política económica, como he intentado hacer en este blog anteriormente o como han hecho muchos otros, sin duda mucho mejor, por ejemplo Miguel Boyer en un artículo publicado recientemente en El País
Sin embargo, creo que es justo y positivo para los intereses generales de España, y especialmente de sus ciudadanos menos favorecidos económicamente, apoyar a Zapatero y ayudar a que se mantenga al frente del Gobierno de España en estos tiempos turbulentos.
Y como la gente no parece permeable a la argumentación razonada, quiero apelar a argumentos más emocionales.
Quiero recordar a aquél Zapatero que fué capaz, en su época al frente de la oposición, de cambiar la forma de ejercer la misma huyendo de la demagogia, apoyando sin que le dolieran prendas las medidas del gobierno con las que estaba de acuerdo y centrando sus críticas únicamente en aquello con lo que discrepaba, insuflando un soplo de aire fresco en aquel ambiente irrespirable que había dejado el PP con su oposición en clave negativa al PSOE, incluso desde el gobierno, y con su ocupación partidista de los medios de comunicación públicos.
Quiero recordar a ese Zapatero que se ha enfrentado a la crisis manteniendo como prioridades de su gobierno la protección social por encima de las políticas preconizadas por el liberalismo económico ortodoxo.
Quiero recordar a ese Zapatero que cumplió los compromisos con sus votantes sacando a España de una guerra ilegal e impulsando reformas legales que nos han situado en la vanguardia mundial en derechos de los ciudadanos.
Quiero recordar a ese Zapatero que ha mejorado durante sus dos legislaturas el poder adquisitivo de los pensionistas muy por encima de lo realizado por gobiernos anteriores.
Quiero recordar a ese José Luís Rodríguez Zapatero que ha tenido que enfrentarse a una oposición negativa y descalificadora por sistema, en abierto contraste con su propio comportamiento cuando siendo jefe de la oposición propuso él mismo, sin esperar a que lo hiciera el gobierno, los pactos de estado de Justicia y contra el terrorismo.
Y también quiero recordar a esa oposición del PP que, desde la mentira inicial del 11M, pasando por las mentiras del Yak 42 y del caso Gürtel, no ha contribuido con ninguna medida positiva a la solución de los problemas de España, limitçandose a esperar que el gobierno se queme en su esfuerzo por salir de la crisis intentando de ese modo recuperar el poder que les permita volver a enriquecerse a costa del erario público.
Prefiero a un presidente del gobierno que trabaja y defiende sus ideas de progreso frente a un aspirante que simplemente espera con ansia la caída de la economía española para recuperar sus privilegios.
Tengo y he expuesto muchas razones de eficacia económica para desear que Zapatero siga siendo presidente del gobierno durante mucho tiempo.
Pero no necesito dichas razones.
Únicamente con la comparación emocional entre las dos opciones existentes, Zapatero y Rajoy, el trabajo y el compromiso frente a la dejadez y el frío cálculo electoral, me basta para seguir defendiendo a Zapatero.
Espero que los españoles sepan ver esta diferencia en los próximos meses.

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