viernes, 31 de julio de 2009

Si les ve, llame a la policia


Estos terroristas son buscados por los cuerpos y fuerzas de seguridad españoles por su posible participación en el asesinato de los dos Guardias Civiles de ayer en Mallorca. Si les ve llame a estos números de teléfono.

Guardia Civil: 900100062

Policia Nacional: 900100091


Les invito tambien a publicar en sus blogs esta misma información. Cuantos mas seamos los que la compartamos, mas posibilidades habrá de que alguien los identifique.

jueves, 30 de julio de 2009

A todos menos a ellos

Escribo estas líneas desde la tristeza por la muerte de dos amigos, asesinados por unos terroristas que, además son cobardes y no se atreven a defender sus ¿ideas? con la palabra y con la acción política.
No sé cómo se transmite la solidaridad a las familias, las palabras, incluso las manifestaciones, me parecen insuficientes, pero es el primer sentimiento que me sale de dentro.
Tras serenarme, me dirijo ahora a toda la sociedad, en especial a la sociedad vasca, con la excepción de ellos, los asesinos, porque ésos no leen otra cosa que sus panfletos, porque ésos no quieren escuchar las opiniones de los demás para confrontarlas con las suyas. Intelectualmente los ignoro, no merecen la pena.
Al resto les digo que, según mi modesta opinión, la única forma de acabar con ésos es haciéndoles sentir, allí donde se encuentren, allí donde haya un simpatizante suyo, que no son queridos. La sociedad no se puede esconder de ellos, son ellos los que deben sentir vergüenza cuando estén al lado de cualquiera de nosotros. Y es necesario hacerles sentir esa vergüenza. Decirles: sois malos y lo sabemos, y vosotros también lo debeis saber.
Hay mucha gente en Euskadi que lleva años haciéndolo. Y mi deseo, mi petición, es que sean cada vez más, que se sume a ellos toda persona honesta.
La libertad no se obtiene, se conquista, y ésos, nos la quieren quitar.

lunes, 27 de julio de 2009

Ilusionadme por favor. 1: El Optimismo Ilustrado

Tras la introducción sobre mi respuesta al artículo de Ana Aldea en su blog, que publiqué en mi post anterior, incluyo en esta nueva entrega la primera parte del desarrollo de la idea que en mi opinión debería movilizar a la juventud actual:


Luchar por la felicidad de todos los hombres devolviéndoles tiempo de vida.


Escribe María Badía, eurodiputada del PSOE, en su blog "Des del pla país", el 21 de Julio pasado, "Contra el Pessimisme Illustrat" y me ha parecido un magnífico punto de partida para mi explicación.


María se hace eco del libro de María Dolors Renau "La voz pública de las mujeres" en el que, además de hablar sobre el impacto de la presencia de las mujeres en la vida pública, la autora advierte contra lo que ella llama el "pesimismo ilustrado", que se extiende en la sociedad actual desanimando a los que quieren trabajar para transformar la realidad.

Nos cuenta María la historia de un vecino suyo, al que ha conocido al llamar éste a su puerta para pedirle que firme una solicitud dirigida al ayuntamiento de su pueblo relacionada con la instalación de un carril bici. El mismo vecino que consiguió con su movilización la instalación de un apeadero del tren en su barrio.

Y se congratula María de que todavía queden ingenuos como su vecino o como ella, que creen en el poder de cambiar las cosas.

Yo sé que hay muchas personas en España y, sin duda, también en el resto del mundo, que creen y militan en las filas del Optimismo Ilustrado. Gente que, como María y su vecino, o como yo mismo, creemos que la movilización individual tiene la capacidad de mejorar el mundo.

Lo sé porque conozco a muchos de ellos, los veo actuar e intercambio puntos de vista con ellos, a veces desde la discrepancia, con frecuencia desde la coincidencia en los principios y en los objetivos finales.

Y estoy convencido de que ellos, a igual que sus predecesores, que cambiaron el mundo e hicieron que se mantuviera la capacidad de hacerlo, no van a dejar que cunda esa actitud que teme María Dolors Renau.

Pese al poco tiempo que hace que la conozco, sé que Ana Aldea es una de esas personas a las que me estoy refiriendo. Como también lo son sus compañeros de activismo.

Por éso, y porque sé que es difícil superar su entusiasmo contagioso, me he atrevido a contestar a su pregunta:

¿En qué podemos creer los jóvenes para levantarnos de la silla?.

Porque si ella , si ellos creen, se levantarán de la silla con su Optimismo Ilustrado y cambiarán el mundo.

Es muy arriesgado pronunciarse sobre la Idea movilizadora, y muy difícil acertar con ella. Pero mi confianza en su Optimismo Ilustrado me hace pensar que merece la pena asumir el riesgo y, si no doy con esa Idea, quizás habré provocado a otros que sí lo harán.

En la siguiente entrega: El empleo y el reparto de la riqueza, entraré en detalle en los fundamentos de mi propuesta para "Luchar por la felicidad de todos los hombres devolviéndoles tiempo de vida"

sábado, 25 de julio de 2009

Ilusionadme por favor. Introducción: Luchemos por la utopía

Empiezo una serie de cuatro artículos para responder a la petición que Ana Aldea nos hace a los lectores de su blog en un artículo con este mismo título


Ana, pese a que su edad no es propia de nostalgias, evoca con con una pizca de envidia aquellas ideas que a lo largo de la historia consiguieron movilizar a los luchadores por el progreso y se queja del vacío de hoy.


Y nos pide que le demos algo por lo que se puedan movilizar los jóvenes de hoy, algo en qué creer.



Voy a estructurar mi respuesta, que espero que sea una entre muchas, en una introducción, que incluyo a continuación, y tres capítulos que publicaré sucesivamente en este blog:

  1. El Optimismo Ilustrado

  2. El empleo y el reparto de la riqueza

  3. La Revolución Pendiente


En primer lugar, permitidme presentar la idea, el objetivo, que debería hacer que se levanten de su silla los jóvenes:


Luchar por la felicidad de todos los hombres devolviéndoles tiempo de vida



El argumento es bastante simple: La Humanidad ha logrado en los últimos 70 años, desde la Segunda Guerra Mundial, progresos científicos y tecnológicos para los que se nos han acabado los adjetivos. Como dicen muchos ahora, no son espectaculares o inimaginables o milagrosos, sino "lo siguiente" .



Este progreso se caracteriza por una aceleración contínua, como si fuera un objeto cayendo al suelo, siendo los avances cada vez más rápidos y más espectaculares.



Pero todos esos adelantos no han servido para que el hombre, las personas, logren un progreso similar en su calidad de vida. El hombre no se ha aprovechado del progreso de la ciencia para vivir mejor, no en la medida en que sería razonable.



El hombre debería disfrutar, por fín, del ocio gracias al tiempo libre que le puede proporcionar el avance de la tecnología.

Ramón Jáuregui lo explicó mejor que yo en un artículo publicado en el Pais el 27/05/2005, que pese a su longitud recomiendo encarecidamente leer. Este artículo de Ramón Jáuregui (¿Hay que trabajar más?) debería ser de lectura obligada para toda persona que se quiera dedicar a la política.

Por mi edad y porque a España esos adelantos llegaron más tarde por nuestra marginación tras la Guerra Civil, he sido testigo directo de una buena parte de dicho proceso, y recuerdo en primera persona casi todos los avances habidos.

Recuerdo que en los años sesenta mi padre trabajaba, como contable, 42 horas semanales en un horario que incluía las mañanas de los sábados.

Hoy, casi cincuenta años, y varios millones de inventos, más tarde, yo trabajo 40 horas semanales, aunque he conseguido, éso sí, ganar la mañana de los sábados para el ocio.

Ésto sin contar con que mi padre era el único de una familia de 5 personas que realizaba una actividad remunerada, mientras que hoy, la norma es que haya al menos dos personas por familia haciendo lo mismo.

Si hacemos la comparación a escala familiar, en mi familia de los años sesenta, se trabajaban 42 horas a la semana para mantener a una familia de cinco personas. En mi familia de hoy se trabajan 40+35= 75 horas semanales para mantener a una familia de 4 personas.

En esos mismos años, el progreso científico y tecnológico ha sido brutal, y ha permitido reducir la cantidad de horas de trabajo para generar riqueza en regresión geométrica.

Hoy, en la industria, cualquier artículo requiere, para su fabricación, menos de una décima parte de las horas de trabajo que requería en los años sesenta. Si hablamos de trabajos de oficina, en los años sesenta mi padre dirigía un departamento radicado en Madrid que se ocupaba de la contabilidad de la delegación de una agencia de viajes española en Francia, con una única oficina en París. El número de efectivos de dicho departamento osciló entre 12 y 20. Hoy, con los programas informáticos existentes, es posible llevar la contabilidad de una empresa diez veces mayor con una o dos personas, sin hablar de la mayor fiabilidad de los datos.

Cuando tenía diez o doce años creía que el progreso nos llevaría a trabajar cada vez menos y hoy contemplo estupefacto que prácticamente nada ha cambido en ese terreno.

Termino esta introducción con el último párrafo del artículo de Ramón Jáuregui citado anteriormente:

Es aquí donde volvemos a la política. A la política con mayúsculas. A la política de la utopía. Ni el robot ni el chip tienen por qué condenarnos al paro, a la desigualdad o a la insania del tiempo acelerado y en fuga. Nos están dando los medios para reequilibrar necesidad y libertad, para crear una utopía concreta y cotidiana que nos permita recuperar el tiempo que vivimos

Y yo grito: ¡Luchemos por la utopía!

(próximo capítulo: El Optimismo Ilustrado)

miércoles, 15 de julio de 2009

Sanidad en Madrid: Comisión de Investigación ¡YA!

No tengo datos que permitan establecer una relación de causa a efecto entre las medidas que el gobierno del PP en la comunidad de Madrid ha tomado en los últimos años y el gravísimo error cometido con Dalila y su hijo.
No voy a establecer por tanto esa relación.
Pero sí me parece necesario decir alto y claro que es verosímil llegar a ese tipo de situaciones con la actual política de la comunidad de Madrid en materia de gestión del personal sanitario.
No se puede gestionar al personal sanitario como al personal de una industria o un comercio.
No se pueden fijar objetivos de productividad para un servicio público tan sensible como ése.
No se puede jugar con la salud de los madrileños y visitantes por fundamentalismo ideológico (ése que proclama ciegamente que lo privado siempre es más eficaz que lo público sin pararse a pensar en cada caso concreto, pobres ignorantes)
Porque no quiero pensar que el motivo es puramente de beneficio económico personal de unos cuantos. No no quiero pensar éso, sería demasiado cruel y demasiado mezquino.

Y porque me parece verosímil que se puedan cometer fallos en la atención sanitaria porque la gestión del personal sanitario en base a la política del gobierno del PP en Madrid se basa en criterios económicos, reclamo que se cree una comisión de investigación en la Asamblea de Madrid para aclarar todos los extremos del gravísimo error que se ha cometido, con el fín de asegurarnos de que la política y la organización de la Sanidad en Madrid no propician estos fallos.

lunes, 13 de julio de 2009

El problema es la precariedad laboral, no el paro

Michel Rocard, antiguo Primer Ministro francés que llegó a disputar la candidatura socialista al Elíseo a François Miterrand, ha publicado un artículo sobre la crisis y las elecciones europeas en Le Monde que recomiendo leer a todos aquellos interesados en la crisis económica o en la propuesta de la socialdemocracia para salir de ella.
Los que prefieran leer el artículo en castellano, pueden encontrar una versión traducida en el blog del eurodiputado del PSOE Raimon Obiols ("Notas de Bruselas") (Gracias Raimon por hacernos descubrir el texto de Rocard)
El artículo, entre otras cosas interesantes, incluye dos que lo son especialmente:
  • La gravedad de la crisis viene especialmente del hecho de que la precariedad laboral ha aumentado, en Europa, Estados Unidos y Japón, provocando una reducción de los ingresos de los trabajadores, incluyendo sueldos y protección social, de entre un 7% y un 10% en los últimos 30 años respecto al PIB, lo que ha provocado un descenso estructural del consumo que va a dificultar fuertemente la recuperación.
  • Las medidas para salir de la crisis (inversión en un nuevo modelo productivo más verde y sostenible) y prevenir su reproducción en el futuro (aumento del control de los mercados financieros) son las que propone la Socialdemocracia, pero los electores europeos, paradójicamente, han otorgado la mayoría a la derecha, cuyas propuestas, sobre todo en cuanto a la reforma del sistema financiero, van en sentido opuesto.

Michel Rocard coincide en su análisis con el que hacían en sendos artículos publicados en El País Justo Zambrano (Subsecretario del Ministerio del Interior) y Carlos Mulas (Director de la Fundación Ideas y ex asesor económico del presidente Zapatero), artículos que comenté en este mismo blog.

Justo Zambrano se refería al aumento de la desigualdad en las principales economías mundiales como la causa generadora de la crisis económica actual, y Carlos Mulas exponía las propuestas de la izquierda para salir de la misma mediante conceptos como "economía virtuosa", "recuperación verde" o "sociedad sostenible".

Sin embargo, creo que hay un aspecto que ninguno de los tres análisis ha abordado con detalle, y que es fundamental para entender porqué se ha llegado a esta situación y, por consiguiente, cómo podremos salir de ella.

Me refiero a la reducción paulatina, pero brutal, de la necesidad de mano de obra para generar riqueza que hemos presenciado en los últimos treinta o cuarenta años.

Al mismo tiempo, la duración de la jornada laboral se ha mantenido prácticamente invariada o, en el mejor de los casos ha experimentado una ligera reducción.

La combinación de ambos factores ha desequilibrado el mercado laboral, presionando a la baja sobre la oferta de empleo, tan sólo parcialmente compensada con la aparición de una serie de empleos nuevos, en áreas tales como la gestión de la calidad, comunicación corporativa, etc.

La presión de los accionistas para exigir rentabilidades manifiestamente excesivas de sus inversiones en las compañias cotizadas en bolsa, a la que también se refiere en su artículo Michel Rocard, ha contribuido a acentuar el mencionado desequilibrio al inducir a las empresas a mejorar permanentemente su productividad reduciendo personal.

El resultado de dicho desequilibrio ha sido ese aumento de la precariedad laboral y el desempleo y la consecuente reducción de ingresos, de entre un 7% y un 10% respecto al PIB, que indica Michel Rocard en su artículo.

Únicamente una política de reducción de las desigualdades y de la incertidumbre en las expectativas de regularidad en los ingresos por parte de los ciudadanos, que además de ser trabajadores, son también consumidores, imprescindibles éstos últimos para el funcionamiento de la economía actual, permitirá que la recuperación, cuando llegue, sea sostenible.

Para ello será necesario, además de:

  • invertir en sectores productivos sostenibles y
  • regular los mercados financieros para evitar los excesos que han provocado la crisis y prevenir su reproducción

reducir la desigualdad y sus factores originarios actuando sobre el tiempo de trabajo o encontrando mecanismos de reparto de la riqueza estables y justos que no se basen exclusivamente en el empleo o lo que es más verosímil, combinando ambas medidas, incluyendo medidas fiscales redistributivas (aumentando los impuestos para ser más claros)

Alguien tiene que tener el coraje de explicar ésto a los ciudadanos, ahora o dentro de cinco, diez o quince años cuando se haya reproducido una crisis similar sin haber llegado a salir totalmente de ésta.

 
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