Es tan fácil echarle la culpa de todos nuestros males: la crisis económica, el paro, el terrorismo, la situación política, la corrupción, la situación de la justicia.
Lo último es decir que se ha equivocado al hacer demasiado tarde lo que no ha querido hacer hace tiempo por empeñarse en negar la realidad.
Leyendo hoy el editorial de el País y tras algunas conversaciones con amigos votantes de izquierdas la pasada semana, me parece que asisto a una especie de linchamiento público de Zapatero: todo lo ha hecho mal según ellos.
Llevo siguiendo con mucha atención y con espíritu crítico todas las medidas que ha tomado el gobierno de ZP desde que llegó a la Moncloa, especialmente en materia de política económica.
Y desde mi análisis crítico me siento muy contrariado por la injusticia de este linchamiento del presidente del Gobierno.
Porque me parece evidente, y así lo indicaban muchos análisis de economistas reputados, que lo que había que hacer es lo que ha hecho.
Pienso que fué demasiado lento en las reformas económicas en la primera legislatura para favorecer el cambio de modelo económico, reduciendo el sector inmobiliario e impulsando los sectores alternativos que debían tomar el relevo. Sin duda con su lentitud trató de minimizar el coste social de las medidas apostando a un sostenimiento más prolongado del ciclo de crecimiento existente. Hay muchos que apostaban por lo mismo, y todos se equivocaron al no medir el grado de oquedad de la riqueza que se estaba generando.
Pero cuando se declaró la crisis actuó de inmediato. Pueden ser discutibles algunas de sus medidas, pero fueron las adecuadas en cada momento a lo que requería la situación
Algunas de sus medidas han tenido un impacto positivo que no se ha percibido suficientemente por lo profundo de la crisis.
Toda su actuación ha tenido lugar en medio de un ambiente interesadamente hostil y mentiroso en el que la oposición, sobreponiendo sus intereses electorales al rigor, la honestidad y los intereses generales de los ciudadanos españoles ha perjudicado deliberadamente el efecto de las medidas tomadas por el gobierno.
Los medios de comunicación en muchos casos han renunciado al análisis riguroso para apuntarse de modo populista a la opinión más fácil de compartir, quizás con la intención de agradar a sus lectores en lugar de informarles.
En un ejercicio minoritario, que en estos momentos me lleva a ser tratado con condescendencia por quienes me escuchan y a ser tildado de seguidor fanático y ciego de ZP, voy a desgranar en unos cuantos artículos los argumentos que me hacen estar razonadamente convencido de que la política llevada a cabo por el gobierno de Zapatero es la más adecuada a la situación de España desde la llegada de la crisis.
En este primero voy a analizar la primera y más básica crítica que se le ha hecho: Haber negado la existencia de la crisis y haber tratado de resolverla con declaraciones optimistas.
Cuando la economía entra en recesión, se rompe el círculo virtuoso de la época del crecimiento, por el que la buena marcha de la economía genera confianza en el futuro lo que lleva a consumir e invertir y a prestar dinero para hacerlo, generando más crecimiento.
Con la recesión se quiebra esa confianza en el futuro. La falta de confianza lleva a dejar de consumir e invertir y estimula, en su lugar, el ahorro. Eso reduce el crecimiento que agudiza la falta de confianza.
Un gobierno responsable no puede promover la falta de confianza. Cuando aparecen síntomas de recesión, en paralelo con tomar las medidas de política económica adecuadas, el gobierno debe tratar de combatir la falta de confianza. En esos momentos la principal forma de hacerlo es mediante acciones de comunicación. El gobierno tiene medios para saber, antes que los demás, que la economía está entrando en recesión. Si haciendo uso de esa información anticipada la hiciera pública, los actores económicos, tanto los consumidores como las empresas y los bancos, empezarían a tomar posiciones de "prudencia" económica y acelerarían la llegada de la recesión. Los gobiernos, en consecuencia, retrasan la difusión de dicha información con el fín de mantener el máximo posible la confianza y retrasar la recesión.
Ante una recesión, la política de comunicación de un gobierno pasa por tres fases:
- Cuando el gobierno aprecia síntomas de la llegada de la recesión pero la sociedad todavía no la percibe: El gobierno debe en esta fase promover la confianza resaltando los aspectos positivos de la situación económica con el fín de retrasar, e impedir si es posible, la quiebra de la confianza.
- Cuando la sociedad es consciente de la existencia de la recesión: el gobierno debe explicarla en toda su crudeza para facilitar la asunción de las medidas necesarias a su resolución por parte de los actores y obtener la colaboración de los distintos actores y el aumento de la confianza en la salida.
- Cuando se empiezan a observar signos de salida de la recesión, el gobierno debe establecer una política de comunicación que resalte los aspectos positivos con el fín de acelerar el aumento de la confianza en el futuro de la economía por parte de la sociedad para acelerar la llegada del nuevo círculo virtuoso.
Pese a la irresponsabilidad del PP, el gobierno tuvo que mantener su postura evitando de ese modo que la pérdida de confianza llegase más pronto y que, por ejemplo, los bancos endureciesen desde el principio su política de concesión de créditos.
Cuando posteriormente el gobierno, interpretando que había llegado la segunda fase, de las anteriormente indicadas, comenzó a hablar de la existencia de la crisis y de las medidas necesarias para resolverla el PP se apresuró a mantener la crítica sobre el retraso en la comunicación, poniendo el acento en dicho retraso en lugar de contribuir a la solución negociando y apoyando las medidas propuestas.
El gobierno contribuyó en esa fase a diseñar la salida de la crisis en el ámbito mundial al llevar a las reuniones del G20 sus propuestas en materia de control de los mercados financieros, apoyándose en la ejemplar estructura de control existente en España, reconocida por todo el mundo.
Posteriormente, con la aparición del problema griego, que ocultó su situación económica real engañando a sus socios de la UE, el gobierno español realizó una política de comunicación interna y externa, tendente a dejar clara la situación saneada de las finanzas españolas, como demuestran las cifras de déficit y deuda públicos comparados con nuestros socios.
Pero el PP, de forma irresponsable, ha contribuido a ensuciar la imagen de las finanzas españolas tratando de aprovechar los rumores divulgados en los mercados fian¡¡nancieros en beneficio propio.
Pese a que tanto el déficit como la deuda pública no suponen objetivamente una situación de emergencia, como se puede constatar viendo la cantidad de tiempo y el déficit acumulado por otros paises como Estados Unidos durante los ocho años de Bush o cualquiera de nuestros vecinos europeos ricos, la presión de los mercados internacionales, unida a la torpeza de la UE al resolver el problema griego, instigada por los intereses electorales de Angela Merkel han llevado a España, y al resto de Europa, a una situación insostenible que ha obligado a todos a acentuar sus medidas de saneamiento fiscal.
Zapatero ha asumido la situación con responsabilidad y ha tomado las medidas adecuadas con la urgencia y excepcionalidad que requería la situacion.
A la vista de lo expuesto anteriormente, mi conclusión es que Zapatero no negó la crisis, sino que comunicó sobre ella el momento adecuado como corresponde a un gobierno responsable, y de modo similar a nuestros socios europeos.
Lo que sí ha sido diferente en España ha sido la actitud irresponsable de la oposición apoyada en la extraordinaria potencia de su entorno mediático.
Yo no entiendo mucho de política y nada de economía, pero sí del poder del pensamiento. Lo que nos pasa, bueno o malo, está determinado, en gran medida, por nuestra forma de ver el mundo. Atraemos lo que pensamos, por eso, debemos esperar siempre lo mejor, no ser derrotistas.
ResponderEliminarPorque creo eso, me pareció bien que el gobierno hiciera lo que hizo y evitara mencionar la palabra crisis, pese a la creciente presión externa. Fue una actitud valiente, muy criticada e incomprendida, pero yo me identifico con ella. La practico casi permanentemente en mi vida personal. Mi lema es: "Crisis?, qué crisis?" Y no es teatro. Es lo que siento. Lo que hace que vea las dificultades, no como obstáculos, sino como oportunidades.
No se trata de negar la realidad, sino de enfocar tu atención hacia la parte positiva de lo que está sucediendo, sea lo que sea, y hacia la resolución de los problemas detectados. Y punto. Estoy harta de ver gente que gasta su energía quejándose y criticando, en lugar de arremangarse y echar una mano.
Si el gobierno hubiera reconocido la crisis a la primera, se habría adelantado a los acontecimientos y habría desatado el pánico entre la población y los inversores. Habría dado por perdida una batalla aún no iniciada.
La intención no creo que fuera ocultar o mentir, sino más bien transmitir confianza, optimismo, esperanza, al menos mientras fuera posible.
En todo caso, da igual lo que hubiera hecho Zapatero. A ojos de la oposición, todo habría estado mal y habría sido inoportuno. Desde que llegó al poder, la principal tarea del PP ha sido la de buscar la manera de desprestigiarlo y agitar a las masas para que se levanten contra él y su equipo. Dada las dificultades económicas por las que pasamos ahora y las medidas que han exigido, no les está resultando nada difícil. A Rajoy lo querría yo haber visto en semejante papel, bailando con la más fea... Por suerte para él, perdió las elecciones. Y para nosotros.
Un abrazo, Bernardo.
Gracias Alicia,
ResponderEliminarUn abrazo en positivo también para tí.
Desde el punto de vista económico más teórico, la riqueza de una nación se sustenta con tres patas: Consumo Privado, Inversión de Empresas y Gasto Público.
ResponderEliminarCon una falta de confianza en el ambiente, ni los individuos prestan dinero a los bancos, ni los bancos a los individuos ni a las empresas parar llevar a cabo sus inversiones: el pez que se muerde la cola.
Bien hecho por parte del Gobierno lo de tratar de retrasar al máximo posible la desconfianza de los agentes financieros, aunando esta política al incremento del gasto público, para tratar de aguantar el PIB cuando las patas privadas reducen su participación en el mismo.
No, mire usted, no es linchamiento sino suicidio. La cuerda la ha puesto el Gobierno y luego su Presidente se ha colgado de ella. No es culpa ajena sino propia.
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