viernes, 30 de enero de 2009

¿Es el tiempo de trabajo la variable de ajuste?

Hace algún tiempo llegué al convencimiento de que el modelo económico actual no puede funcionar porque está basado en el uso del empleo como herramienta para producir riqueza y para repartirla y ese doble uso del empleo es únicamente posible en una situación económica de crecimiento perpétuo (lo cual es intrínsecamente imposible desde mi punto de vista)

El problema es que ese modelo ha funcionado de maravilla en la época fundacional del sistema económico actual (la revolución industrial) y durante el nacimiento y consolidación del país de referencia en el mundo actual (USA).

Ese éxito hace muy difícil convencer a la gente de que el modelo no es válido, especialmente porque los especialistas en el tema, los economistas, son una especie muy peculiar, que pretenden saber más que nadie de su especialidad, que han conseguido que esa pretensión se convierta en reputación ampliamente aceptada por parte del resto de la gente, por más que, paradójicamente, solo cumplen una regla según decía mi admirado John Keneth Galbraith: siempre se equivocan cuando hacen un pronóstico sobre la economía.

Llevo mucho tiempo pensando en cual podría ser la alternativa a este modelo.

En un principio pensé que dado que el progreso científico y tecnológico nos ha permitido reducir en buena medida nuestra dependencia del trabajo manual para la producción de riqueza, sería lógico reducir la duración de la jornada de trabajo para que todos podamos beneficiarnos del progreso.

Pero esa reducción de la cantidad de "empleo" nos plantea un problema a la hora de repartir la riqueza: En principio menos empleo hace pensar que habrá menos riqueza a repartir.
Y éso nos lleva a una disminución automática del consumo. Los productos fabricados no se consumen por falta de consumidores con poder adquisitivo suficiente y la economía entra en recesión.
Creo que en este razonamiento hay un fallo, porque la cantidad de riqueza a repartir debe corresponder con la cantidad de riqueza necesaria. De hecho, cuando se ha producido toda la riqueza necesaria para la población de un determinado tipo, (por ejemplo, zapatos) ya no es necesario producir más durante un tiempo. Pero el hecho de que no produzcamos màs no significa que haya carencia en la riqueza disponible, puesto que ya hemos producido todo lo que necesitábamos.
En consecuencia, al repartir dicha riqueza utilizando un método razonablemente equitativo (es lo que se le pide al empleo cuando lo utilizamos para repartir riqueza) todos deberíamos estar satisfechos, y la calidad de vida deberia ser óptima.
En el mundo actual, disponemos de dinero, en lugar de producto final, para realizar las transacciones económicas, incluido el reparto de la riqueza.
Cuando en el mundo actual nos encontramos con una situación como la descrita, es decir, ya hemos producido toda la riqueza necesaria de un tipo determinado, por ejemplo vehículos, lo que ocurre es que los que participan como empleados en dicha producción deben parar de producir y pueden perder su empleo, con lo que son penalizados con una disminución de la parte de riqueza que se les entrega.
Esto no es justo, puesto que se trata de personas que ya han cumplido con sus obligaciones con la sociedad al haber producido todo lo que ésta necesitaba de ellos.
Las empresas que los han contratado no pueden entregarles más dinero a cambio de su empleo porque lo que pudieran producir no va a encontrar compradores y por tanto no va a intercambiarse por dinero.
El resultado final es que los trabajadores ven disminuido su poder adquisitivo, y con él su calidad de vida.
Lo injusto de la situación es que los trabajadores no pueden hacer nada para evitarlo, porque aunque quisieran trabajar más no pueden por no ser necesario el resultado de su trabajo.
Vemos que la variable de ajuste que permite mantener la estabilidad de la economía es la calidad de vida de los trabajadores.
Es deseable encontrar un modelo económico que permita mantener la estabilidad de la economía sin disminuir la calidad de vida. Para ello deberíamos encontrar otra variable de ajuste.

¿Y si la variable de ajuste fuera el tiempo de trabajo?

Otro día trataré de avanzar en esta reflexión.

El lado bueno de la crisis

Algunos dirigentes de empresa, entre ellos mi jefe, demostrando actitud positiva, han lanzado entre sus colaboradores, a propósito de la crisis, un mensaje diciendo que la situación que vamos a vivir, además de difícil, va a propiciar la aparición de oportunidades y que hay que estar atento para aprovecharlas.

El jueves 29 de Enero de 2009 en el suplemento de El País un autor norteamericano publicó un artículo con el título "El lado bueno de la crisis".

Se refería el autor a unos comentarios emitidos por pastores evangélicos durante la crisis del 29 sobre lo beneficioso de la crisis para las iglesias, puesto que mucha gente ante la falta de referencias positivas en otro lugar, acudían a la iglesia para encontrar consuelo.

Los que me conocen saben que no creo en la crisis como un hecho económico. Yo considero a la crisis como un fenómeno fundamentalmente psicológico. Creo que existen muchos más elementos psicológicos que económicos en el origen de lo que llamamos crisis económica actual.

De acuerdo con esa postura, creo que la mejor receta para salir de la crisis, y quizás la única, es el optimismo.

En aplicación de dicha receta, propongo que busquemos personas, entidades o sectores de actividad que se vean beneficiados por la crisis y las pongamos en una lista.

Esa lista puede ayudar de dos maneras, por un lado su extensión supondrá un elemento positivo de la crisis, por otro lado, su contenido nos puede ayudar a encontrar nuestra salida personal.

Aquí van algunos ejemplos:
- Las oficinas de empleo.
- Las entidades de beneficiencia
- Las iglesias
- Los comercios baratos
- Los juegos de azar
- Los talleres de reparación de calzado
- Los talleres de remiendos de ropa
- Los empresarios que buscan mano de obra poco cualificada

Si se te ocurren más, pon un comentario a esta entrada.

Yo iré actualizando la publicación para mantener la lista completa al día.

domingo, 25 de enero de 2009

¿Sirve de algo manifestarse?

La verdad es que yo creo que sirve de muy poco.
Pero algunas veces lo siento como una necesidad moral.
Por ejemplo, cuando Aznar nos metió en esa gran farsa de la guerra de Irak (más bien esa gran inmoralidad, ese gran delito) o cuando Israel aprovecha las navidades y el vacío de poder en USA para matar terroristas Palestinos de Hamas, asumiendo los daños colaterales de matar niños y otros ciudadanos inocentes.
Pero la pregunta del título se refiere más al resultado práctico que a la justificación individual.
Yo creo que sirve para poco, en general, si pensamos en el motivo principal de la manifestación.
Sin embargo, en ocasiones, sirve para alcanzar otros objetivos "colaterales".
Por ejemplo (¿o quizás debería decir "principalmente"?) con frecuencia sirve para demostrar (¿a quién?) la capacidad de movilización de una determinada organización.
Me hago esta pregunta a propósito de la convocatoria del PSOE de Leganés de una manifestación contra la agresión de Israel a los palestinos de la franja de Gaza para el próximo martes día 27.
Parece fuera de lugar manifestarse contra una acción que ya no está realizándose. ¿Por qué se le pide a Israel que pare la agresión si la ha parado ya?
Yo participaré porque creo moralmente necesario recordarle a Israel que hay mucha gente que cree que lo que ha hecho es ilegal e inmoral, además de absolutamente inútil, por no decir contraproducente.
Pero creo que la manifestación servirá también para recordar a los ciudadanos de Leganés que el PSOE está activo en distintos frentes, incluido, especialmente, el de la defensa de la Moralidad, la Justicia, la Libertad y la Paz.
También creo que hace falta mucho más por parte del PSOE para que los ciudadanos de Leganés lleguen a la conclusión de que está trabajando para mejorar sus vidas y defender los valores anteriormente citados.
Y voy a seguir "pinchando" todo lo que pueda para que:
- sea cierto que el PSOE trabaja para dichos objetivos
y
- los ciudadanos lo sepan.
De momento participaré en la manifestación del martes 27.
(como decía el poeta: "maldigo la poesía del que no toma partido, partido hasta mancharse")

miércoles, 21 de enero de 2009

Optimismo: la receta para la crisis

No soy original. Hace unos días lo ha dicho Zapatero. Yo lo dije hace varias semanas aquí mismo (http://bramosv.blogspot.com/2008/11/optimismo-una-necesidad-para-salir-de.html) haciéndome eco de las palabras de Carlos Mulas sobre la situación económica.
Decía el director de la fundación Ideas, profesor titular de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid y antiguo director de la Oficina Económica de la presidencia del gobierno que la marcha de la economía depende fundamentalmente del estado de ánimo de la gente.
Unas expectativas favorables generan un "círculo virtuoso" que alimenta la evolución positiva de la economía, las cuales, al confirmarse, aumentan la dinámica de crecimiento.
Por el contrario, la situación inversa, unas expectativas desfavorables, como las que actualmente existen, en buena medida (no exclusivamente, pero, insisto, sí en buena medida) debido a la masiva cobertura mediática de todo lo negativo que tenga que ver con la crisis económica, generan un "círculo vicioso" que alimenta la evolución negativa de la economía, y que , al confirmar las expectativas, aumenta la dinámica descendente.
Yo mantenía en mi publicación de hace unas semanas que la receta más adecuada para la salida de la crisis económica es el optimismo.
En coherencia con dicha afirmación, hago en estos momentos, el día de la toma de posesión de Barack Obama como presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, la predicción de una mejora significativa de la economía en los próximos días o semanas.
Esta mejora se va a producir porque las primeras medidas de Obama van a generar confianza en el futuro en la mayoría de la gente.
Esta generación de confianza se basa por un lado en las expectativas favorables que la llegada de Obama han generado en todo el mundo y por otro lado en mi convencimiento de que no hay ninguna razón objetiva de tipo económico que justifique la crisis actual, al menos en sus términos tan agudos.
Es cierto que hay un problema de confianza que ha generado un parón del mercado financiero.
Pero el mercado de bienes, infinítamente inferior a aquél, pero mucho más sólido, puesto que es el que permite medir el estado de la economía real, goza de buena salud.
Voy a explicar esta aparente salida de tono respecto a la opinión comúnmente aceptada hoy:
Los problemas de los distintos sectores económicos en crisis se definen como problemas de exceso de stock: ya tenemos todas las casas que necesitamos para los próximos meses, ya tenemos también todos los coches que necesitamos para los próximos años, y todos los televisores, y así sucesivamente todos los diferentes productos de consumo. Y en consecuencia, los ciudadanos que se dedicaban a trabajar para producir dichos productos, no "pueden" seguir trabajando porque no es necesario.
Esto no significa que esos sectores económicos no estén funcionando bien. Al contrario, están funcionando con eficacia, puede que con demásiada eficacia.
El problema es que los que deberían comprar esos productos no lo hacen. En parte porque no los necesitan, y en parte porque tienen miedo de gastarse el dinero por la publicidad sobre la crisis que los abruma.
Una corriente de confianza generada por el comienzo del funcionamiento de la administración de Obama puede (es mi apuesta) generar esa confianza, al menos un poco más de la que generaba el nefasto Bush.
Y esa mejora del estado de ánimo, del clima de opinión, ese crecimiento del OPTIMISMO, va a comenzar a generar el círculo virtuoso del próximo período de bonanza económica mundial.
Esto va a ser un hecho. La única duda que cabe es la velocidad a la cual ese círculo virtuoso va a implantarse y generar una evolución positiva tangible en la economía.
¡¡¡Viva el optimismo!!!

jueves, 15 de enero de 2009

El pueblo de Israel es responsable

Israel es un estado democrático.
Desde el principio ha desarrollado una política basada en el uso de la fuerza contra los palestinos para lograr su propósito de disponer de un territorio propio cuyos límites son decididos por ellos unilateralmente y de garantizar la seguridad de sus habitantes.
El pueblo de Israel ha tenido numerosas oportunidades de pronunciarse por medio de las elecciones generales sobre la politica de sus sucesivos gobiernos, y sistemáticamente ha avalado la mencionada política, bien renovando el mandato, bien otorgándoselo a otra mayoria que ofrecía lo mismo de modo más fiable.
En consecuencia, creo que se puede afirmar que el pueblo de Israel, es decir una mayoría muy amplia de sus habitantes con derecho a voto, es responsable de los actos de guerra de su gobierno.
Esto significa que esos mismos habitantes deben asumir personal y directamente las consecuencias de dicha política.
Yo personalmente condeno el uso de la violencia en todos los casos salvo en el de defensa propia inmediata.
Sin embargo, no siento en lo personal la misma solidaridad con las víctimas israelíes de la respuesta violenta de los palestinos a sus agresiones (respuesta que condeno tajantemente) que la que siento ante la mayoría de las víctimas de la violencia en los otros conflictos.
Creo que este sentimiento es compartido por muchas personas que condenamos por igual la violencia de Hamas y la de Israel, y que tenemos muchas dificultades para adoptar una posición a favor de unos o de otros en el conflicto, porque ambas partes casi siempre pierden la razón con sus actos.
Es evidente la asimetría de la situación respecto al pueblo palestino, que vive ocupado y sometido al régimen de vida que decide Israel por la fuerza, y cuyos habitantes deben decidir sus actos desde una situación en muchos casos desesperada.
Por otro lado, creo que es exigible a un estado democrático, perteneciente al mundo desarrollado, con una población cuyo nivel de ediucación es equiparable al de los paises más avanzados, que limite el uso de la violencia al mínimo necesario para mantener el orden público, y que no la utilice contra la población civil del modo manifiestamente excesivo con que lo hace Israel en estos momentos.
Por esta razón me he manifestado el domingo en Madrid en contra de la utilización de la violencia por parte de Israel para pedirle a su gobierno que detenga inmediatamente su agresión y que utilice medios homologables con los de las democracias modernas, respetuosos con los derechos humanos y con las leyes internacionales para combatir el terrorismo de Hamas.
Y no me manifestaré contra la acción de Hamas, manifiestamente menos violenta, al menos en volúmen, mientras el estado de Israel continúe alimentando con su actitud violenta los argumentos de su vecino.
Si el estado de Israel no responde a mi solicitud, expresada con educacíón y civismo de modo pacífico junto con una gran cantidad de personas en toda España y en el resto del mundo, no entiendo por qué Hamas, es decir, el partido que ganó las últimas elecciones en Palestina es considerado por la comunidad internacional como una organización terrorista y en cambio los partidos que gobiernan en Israel no son considerados, ellos también, como organizaciones terroristas y tratados como tales.
Creo que hay un límite para todas las cosas y el de la tolerancia con respecto a la agresividad de Israel se ha rebasado hace mucho tiempo.

sábado, 10 de enero de 2009

La más feliz de Madrid

Es envidiable la felicidad permanente e incoercible de Esperanza Aguirre.
Si algo va mal, ella es feliz, porque podrá encontrar algún enemigo al que acusar de ser el responsable del mal y ella saldrá ganando.
Si algo va bien, ella conseguirrá encontrar una explicación (y alguien se la publicará, aunque sea su TeleMadrid desacreditada) que la ensalce.
Y si no pasa nada, ella hará lo necesario (o alguno de sus vasallos pelotas) para justificar una noticia o una foto en algún medio que le permita arañar o conservar algún voto.
Porque el único objetivo, lo único que motiva la más mínima acción de Esperanza Aguirre o de su entorno no es, nada más lejos de su intención, el servicio al ciudadano, sino el servicio a ella misma.
Cuando habla, lo que dice no tiene ninguna importancia, porque únicamente habla si lo que dice le va a servir de algo (es decir, si va a ganar o conservar algún voto). Es por tanto un insulto a la inteligencia escucharla y reflexionar sobre lo que dice, porque no se corresponde con el pensamiento íntimo de alguien o con alguna reflexión apoyada sobre el sentido común, sino que es simplemente una herramienta al servicio de sus intereses inmediatos que son electorales.
Pero no nos equivoquemos. Ganar unas elecciones, para algunos significa tener la oportunidad de servir al bien común. Para ella únicamente tiene el objetivo de obtener algún beneficio, en último término económico.
Odio tener que dedicar tanto espacio a alguien tan estéril e insignificante desde el punto de vista intelectual (no quiero decir que sea tonta, quiero decir que únicamente utiliza su inteligencia, mayor o menor, para servir a sus intereses personales, algo que es un pecado capital en el caso de un político)
Me siento obligado a hablar de ella por la excesiva cantidad de personas que respaldan sus intereses personales, ya sea por manipulación o por estupidez intrínseca. Ya sé que es políticamente incorrecto decir que los que votan una determinada opción son poco inteligentes (alguien dijo tontos, pero se le echaron encima, aunque lo piensen muchos) pero creo que es intelectualmente denigrante no denunciar a este tipo de personas.
Hace algunos años era difícil encontrar en Madrid alguien que fuera capaz de reconocer que votaba a Alvarez del Manzano, pero él conseguía ganar las elecciones.
Cuando se desencadenó la última guerra de Irak más de un 90% de los españoles estaba en contra, pero el gobierno que había sido elegido por una mayoría de los españoles patrocinó esa guerra. Y en las siguientes elecciones, un porcentaje muy elevado, cercano al 40% siguió dando su apoyo al partido que respaldó esa guerra en contra de la opinión abrumadoramente mayoritaria de los españoles.
Es uno de los límites de la democracia actual, que siendo el mejor sistema posible (y que no nos lo toquen, por favor) es muy susceptible de manipulación por parte de los que disponnen del poder, tanto cuando son buenos (despotismo ilustrado) como cuando son malos (dictadura)
Aunque de este artículo alguien podría deducir que yo querría ser tan desenvuelto moralmente como lo es Esperanza Aguirre, con el fín de ser felíz en cualquier circunstancia, debo precisar que, por el contrario, prefiero de lejos ser desgraciado pero coherente con mis sentimientos y mis ideas, y defender principios (justicia, libertad, etc.) palabra que a la susodicha Esperanza, únicamente le sugiere iniciación (de un banquete, de un acto exaltativo, etc.) pero de ningún modo, convicciones.
Como diría Spencer Tracy, "Vive la diférence!" (entre ella y yo)
Este artículo es un juicio de intenciones, sin ninguna duda. Como decía un poeta cantado por Paco Ibáñez, "maldigo la poesía del que no toma partido, partido hasta mancharse".
Pues éso

sábado, 3 de enero de 2009

Quemar después de leer: La realidad con frecuencia parece una parodia

Hoy he visto por primera vez la película "Quemar Después de Leer" dirigida por Ethan y Joel Cohen.
Me parece sencillamente una obra maestra.
Hay ocasiones en las que me sorprendo de hasta qué punto alguien con talento es capaz de utilizarlo con tanta maestría.
En este caso, añadiendo al talento una buena dosis de trabajo, transmiten un mensaje muy serio bajo la apariencia de una obra de humor que se nos presenta casi inofensiva y resulta corrosiva y ferozmente crítica.
Me pasó algo parecido hace unos meses leyendo una novela de John Keneth Galbraith, aparentemente menor, de calidad literaria limitada, pero que explicaba de forma divertida y didáctica la tozuda torpeza de los Servicios Secretos de Estados Unidos aplicados a la política exterior.
A la hora que escribo estas líneas no recuerdo el título, que añadiré más tarde, de esta obra rara en la producción de este autor fallecido recientemente casi centenario, uno de mis favoritos, que es conocido sobre todo por haber publicado numerosos libros sobre economía, especialmente la divertida y amena "Historia de la Economía", que he leido dos veces y volveré a hacerlo para seguir disfrutando.
Volviendo a la película, ésta nos muestra un ejemplo de la falta de seriedad vigente en muchas de las actuaciones de los responsables de muchas organizaciones públicas o privadas, que piensan que lo que hacen es lo adecuado únicamente porque lo hacen ellos.
En este caso vemos, a través de la forma chapucera y desenvuelta, rebosante de frivolidad, con la que los responsables de una de las agencias de espionaje del citado país maneja un incidente menor sin apenas importancia, cómo se puede llegar al absurdo más delirante simplemente por aplicar los medios a su alcance, aquellos que conocen, desproporcionados a todas luces, pero lógicos atendiendo al ensimismamiento en el que viven estos responsables (de relativamente bajo nivel, pero representativos de toda la Agencia)
Lo mejor es que este mensaje nos llega con un sentido del humor, negro en este caso, corrosivo e inteligente.
Me ha recordado mis sensaciones cuando por primera vez comprobé que los Directores de las Empresas no son más inteligentes ni están mejor preparados que la mayoría de sus empleados, pero, como sus decisiones tienen mucha más transcendencia, todos tendemos a considerarlos como tales.
Me pasó siendo yo un joven vendedor durante una negociación de mi empresa, filial española de una multinacional, con una empresa francesa para presentar una oferta conjunta al Instituto Nacional de Meteorología hace más de veinte años.
Pero esa historia la contaré otro día. Hoy quiero simplemente dejar constancia de mi admiración por los responsables de esta película. Gracias por vuestro magnífico y divertido trabajo.
 
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