lunes, 31 de mayo de 2010

¡Váyase señor Rajoy!

He escrito en repetidas ocasiones en este blog defendiendo la política económica de Zapatero, especialmente desde que empezó la crisis en Octubre de 2008.
Lo he hecho desde el convencimiento meditado, razonado y explicado de que las decisiones tomadas por el gobierno de Zapatero han sido las correctas.
En estos momentos se recrudecen los ataques al presidente del gobierno español.
Las razones que se dan para pedir su retirada son de dos tipos. Por un lado están los adversarios políticos del PSOE, CIU y PNV en sus respectivas regiones y el PP en el ámbito nacional. Éstos atizan la hoguera en la que quieren inmolar a Zapatero con razones básicamente de cálculo electoral. Su actuación va dirigida a conseguir el puesto que actualmente ocupa el PSOE en sus respectivas circunscripciones, independientemente de la adecuación o no de sus medidas políticas.
Por otro lado están los partidos y simpatizantes de izquierdas, cuyas razones para enfrentarse a Zapatero son fundamentalmente emotivas. No les gustan las medidas que está tomando porque no son típicamente de izquierdas, aunque la mayoría admite que no queda más remedio que tomarlas. Algunos de este segmento están actuando con cálculo de cara a las próximas negociaciones, tratando de presionar para conseguir una mejor posición.
Estando así las cosas, pienso que no es eficaz una defensa de Zapatero basada en la exposición razonada de la adecuación de su política económica, como he intentado hacer en este blog anteriormente o como han hecho muchos otros, sin duda mucho mejor, por ejemplo Miguel Boyer en un artículo publicado recientemente en El País
Sin embargo, creo que es justo y positivo para los intereses generales de España, y especialmente de sus ciudadanos menos favorecidos económicamente, apoyar a Zapatero y ayudar a que se mantenga al frente del Gobierno de España en estos tiempos turbulentos.
Y como la gente no parece permeable a la argumentación razonada, quiero apelar a argumentos más emocionales.
Quiero recordar a aquél Zapatero que fué capaz, en su época al frente de la oposición, de cambiar la forma de ejercer la misma huyendo de la demagogia, apoyando sin que le dolieran prendas las medidas del gobierno con las que estaba de acuerdo y centrando sus críticas únicamente en aquello con lo que discrepaba, insuflando un soplo de aire fresco en aquel ambiente irrespirable que había dejado el PP con su oposición en clave negativa al PSOE, incluso desde el gobierno, y con su ocupación partidista de los medios de comunicación públicos.
Quiero recordar a ese Zapatero que se ha enfrentado a la crisis manteniendo como prioridades de su gobierno la protección social por encima de las políticas preconizadas por el liberalismo económico ortodoxo.
Quiero recordar a ese Zapatero que cumplió los compromisos con sus votantes sacando a España de una guerra ilegal e impulsando reformas legales que nos han situado en la vanguardia mundial en derechos de los ciudadanos.
Quiero recordar a ese Zapatero que ha mejorado durante sus dos legislaturas el poder adquisitivo de los pensionistas muy por encima de lo realizado por gobiernos anteriores.
Quiero recordar a ese José Luís Rodríguez Zapatero que ha tenido que enfrentarse a una oposición negativa y descalificadora por sistema, en abierto contraste con su propio comportamiento cuando siendo jefe de la oposición propuso él mismo, sin esperar a que lo hiciera el gobierno, los pactos de estado de Justicia y contra el terrorismo.
Y también quiero recordar a esa oposición del PP que, desde la mentira inicial del 11M, pasando por las mentiras del Yak 42 y del caso Gürtel, no ha contribuido con ninguna medida positiva a la solución de los problemas de España, limitçandose a esperar que el gobierno se queme en su esfuerzo por salir de la crisis intentando de ese modo recuperar el poder que les permita volver a enriquecerse a costa del erario público.
Prefiero a un presidente del gobierno que trabaja y defiende sus ideas de progreso frente a un aspirante que simplemente espera con ansia la caída de la economía española para recuperar sus privilegios.
Tengo y he expuesto muchas razones de eficacia económica para desear que Zapatero siga siendo presidente del gobierno durante mucho tiempo.
Pero no necesito dichas razones.
Únicamente con la comparación emocional entre las dos opciones existentes, Zapatero y Rajoy, el trabajo y el compromiso frente a la dejadez y el frío cálculo electoral, me basta para seguir defendiendo a Zapatero.
Espero que los españoles sepan ver esta diferencia en los próximos meses.

sábado, 29 de mayo de 2010

Francia y España

Me gusta de Francia su orgullo por los valores republicanos: Libertad, Igualdad, Fraternidad, la escuela laica, la concepción crítica de la política.
De España me gusta su capacidad de organización, su laboriosidad, su capacidad de sacrificio y su búsqueda permanente de la felicidad como acto de afirmación individual.
No me gusta de Francia su reticencia a mirar afuera ni su conservadurismo actual.
No me gusta de España su tendencia a la simplificación en el razonamiento ni su consecuencia en forma de seguimiento excesivo de las posturas mayoritarias
Me gusta de Francia su creatividad, su imaginación y su capacidad para ponerlo todo por escrito.
Me gusta de España su capacidad de improvisación con calidad y eficacia. Y también su rigor cuando no improvisa.
Me gusta de Francia el Champán y el foiegras.
Me gusta de España el vino y el jamón ibérico
Me gusta de Francia el cuidado con el que tratan a los vinos en los bares y resturantes.
Me gusta de España la variedad y calidad de su cocina
No me gusta de Francia la xenofobia y los "guetos" de inmigrantes.
No me gusta de España la ley electoral ni la oposición negativa.
Me gustan de Francia sus debates televisados y la facilidad con la que intervienen los políticos de cualquier nivel en los programas de máxima audiencia para expresar y contrastar sus opiniones.
Me gusta de España su compromiso con Europa y con el mundo.
Me gusta de Francia Brassens, cuyas canciones pueden servir como una biblia.
Me gusta de España su vida en la calle y sus bares que ofrecen la posibilidad de picar algo en cualquier momento.
Me gusta Francia, y me gusta España ... y me gusta el mundo

martes, 25 de mayo de 2010

El ajuste del gobierno para dummies

Tomo prestada la presentación que Mario Bedera hizo el sábado 22 de Mayo en Valladolid sobre el ajuste económico propuesto por el gobierno de Zapatero para salvar la economía española.
Mi amigo José Esteban Mucientes, alias (@mediotic) ha publicado el soporte en Slideshare dándonos así la oportunidad de difundir esta explicación tan clarificadora.
Gracias a Mario y a Esteban

lunes, 24 de mayo de 2010

¿Recortamos gastos o subimos impuestos?

Desde Octubre de 2008 los españoles, como el resto de los ciudadanos mundo, estamos experimentando una crisis económica que ha causado un fuerte impacto en forma de desempleo.
El gobierno de España, como los de los demás países, ha aumentado sus gastos en este período para combatir la crisis con medidas alrededor de dos ejes:
  • ayudar a los que han perdido su puesto de trabajo
  • estimular la actividad económica
Al mismo tiempo, los ingresos de los estados han disminuído debido a la recesión.

En consecuencia, para financiar el incremento de gasto provocado por las medidas anticrisis los gobiernos han tenido que recurrir a sus reservas (superávit anterior en algunos casos) y a endeudarse incrementando sus déficit presupuestarios.

En el largo plazo esta situación no es sostenible salvo que se recurra a la emisión de dinero (comprar deuda el BCE, por ejemplo). Pero esa medida generaría inflación haciéndonos a todos más pobres y, además, en Europa sólo puede hacerse globalmente debido al Euro.

Descartada esta última medida, cuanto tiempo puede mantenerse la situación depende de la confianza de los mercados en los distintos paises.
El gobierno de España había apostado por reducir el déficit paulatinamente con el fín de hacer menos dura la salida de la crisis y relanzar la economía cuanto antes.
Sin embargo los movimientos financieros mundiales han obligado a toda Europa a acortar los plazos para sanear sus presupuestos, con lo que España, como todos sus socios del Euro en estos momentos, ha tenido que tomar medidas inmediatas para reducir su déficit.
En el caso de España, lo mínimo aceptabole por los mercados son 15.000 millones de euros (5.000 este año y 10.000 el próximo)
Se puede hacer de dos formas, reduciendo los gastos o aumentando los ingresos.
El gobierno descarta el aumento de ingresos por la vía de una subida de impuestos por el efecto negativo que tendría sobre el crecimiento.
Debido al volumen de la reducción necesaria, las partidas sobre las que se puede actuar son muy pocas, únicamente aquellas en las que se concentra el mayor gasto. De ellas, la principal es el salario de los funcionarios.
Teniendo en cuenta estos condicionantes, el gobierno de España ha hecho una propuesta pensando en repartir lo más equitativamente la carga, pidiendo solidaridad a los trabajadores del sector público que no se han visto afectados por la crisis hasta ahora.
Hay otros sectores que no han sufrido la crisis, o la han sufrido en menor medida, como las grandes y medias fortunas.
Pero las medidas que podrían hacer que estos otros ciudadanos contribuyeran también con su sacrificio no serían suficientes para evitar los otros sacrificios propuestos.
Desde mi postura ya expresada en este mismo blog, favorable al aumento de los impuestos en España, cuya presión fiscal es vergonzosamente inferior a la de casi todos nuestros socios europeos, creo que las medidas propuestas por el gobierno de Zapatero son las más adecuadas y están tomadas en el momento adecuado.
Si alguien tiene otras opciones realistas de conseguir la reducción del déficit necesaria mejorando la justicia social de las mismas, debe exponerlas para su discusión.
Pero ciriticar las medidas prpuestas y dificultar su aplicación al no apoyarlas sin presentar medidas alternativas realistas es irresponsable y demagógico.
Los ciudadanos debemos ser conscientes de ello y exigir a los partidos políticos responsabilidad en estos momentos difíciles.

martes, 18 de mayo de 2010

¿Todos contra ZP? capítulo 3: Despilfarro en obras inútiles

Seguimos hablando de las críticas injustas a la actuación del gobierno de ZP frente a la crisis.

Hoy tratamos las medidas incluidas en el llamado Plan E lanzado en el año 2009 y uno de cuyos ejes principales era la creación de empleo en el sector de la construcción.

Ha habido críticas sobre la inutilidad de algunas de las obras realizadas con cargo a dicho plan, ridiculizándolo con comentarios como que se rompían aceras para volverlas a contruir en obras totalmente inútiles.

Yo considero estas críticas injustas por las razones que siguen.

Durante el último año antes de la crisis se construyeron en España del orden de 700.000 viviendas nuevas.
Las necesidades de viviendas en España son aproximadamente de 350.000 viviendas nuevas anuales.
El primer año tras la crisis se han construido en España unas 100.000 viviendas.
La construcción de una vivienda supone aproximadamente dos empleos durante un año.
Eso quiere decir que el impacto de la crisis sobre el sector de la construcción, al reducir el número de viviendas nuevas en 600.000, ha generado la pérdida de 1.200.000 puestos de trabajo.

Ese impacto se veía venir desde el principio. Por eso el gobierno, desde el principio, reflexionó tratando de encontrar el mejor método para crear rápidamente puestos de trabajo en la construcción que paliara (porque resolver completamente era imposible) el inmenso problema que iba a suponer la pérdida de más de un millón de empleos.

La idea que acabó imponiéndose fué la de aprovechar la capacidad de más de ocho mil municipios en España para promover obras públicas que diesen empleo a tantos trabajadores como fuese posible.

El gobierno central puso sobre la mesa 11.000 millones de euros adicionales a los ya presupuestados para que los ayuntamientos los invirtieran en obras públicas que crearan empleo.
Para el uso de dichos fondos, que se repartieron entre todos los municipios en proporción a su población, se pusieron varias condiciones que perseguían asegurar la creación de tantos puestos de trabajo como fuera posible. Se estimaban en 300.000 los que se podrían generar con el presupuesto liberado

Entre las condiciones impuestas figuraban las siguientes:
  • Un plazo corto para la presentación de los proyectos.
  • Un tamaño máximo de los proyectos para asegurarse de su realización en un plazo breve.
  • Un plazo máximo para la terminación de los proyectos, siempre dentro del año 2009.
  • Asegurarse de que las empresas adjudicatarias iban a crear empleo o a evitar la pérdida del mismo de modo concreto.
El efecto de este plan ha sido impedir que 300.000 trabajadores de la construcción pasaran a engrosar las cifras del paro, gastándose una buena parte del dinero que se habría tenido que dedicar a pagarles el paro en pagarles por trabajar.

Los ayuntamientos trataron, lógicamente, de aprovechar del mejor modo posible el dinero disponible. Pero no debemos olvidar que el objetivo principal era la creación de puestos de trabajo, no la realización de inversiones.

Sin duda hubo más de una inversión de dudosa utilidad, como consecuencia de las prisas. Pero juzgar dichas inversiones únicamente por su utilidad final sería un error.

Posteriormente, este año, ante el éxito del primer plan, el gobierno ha decidido mantener el modelo, apoyándose en los ayuntamientos, pero con un objetivo muy distinto, buscando el cambio de modelo de crecimiento mediante el impulso de las nuevas tecnologías y de la ayuda a los dependientes, ambos sectores identificados entre los principales viveros de empleo sostenible en el futuro.

Pero ésa es otra historia que trataremos en otro momento.

Por ahora, y en relación con el primer plan E, podemos decir que el gobierno hizo lo adecuado, con la rapidez necesaria para paliar un problema agudo que se veía venir y consiguiendo, sin duda, que el golpe al empleo en la construcción fuera, pese a su dureza, menor de lo que podría haber sido sin la acción decidida de Zapatero y sus ministros.

lunes, 17 de mayo de 2010

¿Todos contra ZP? capítulo 2: regalos fiscales sin justicia social

Siguiendo con la serie de artículos iniciada ayer para rebatir las críticas a Zapatero por la manera de afrontar la crisis, críticas que, como indicaba en el primer capítulo, considero injustas, libero hoy la segunda entrega, dedicada a las medidas fiscales conocidas como "el cheque bebé" y "la rebaja de 400 euros del IRPF".

Hay quien juzga estas medidas desde el prisma de la política social, criticando la injusticia de otorgar dichas ayudas por igual a ricos y pobres.

Esta crítica está basada en un error de base porque el objetivo principal de estas medidas era la inyección de dinero en el mercado para estimular el crecimiento a través del consumo.

En una situación de recesión el gobierno puede estimular la actividad económica a través del consumo y la realización de inversiones públicas.

Para estimular el consumo, es necesario conseguir que aumente el dinero disponible para ello por parte de los consumidores. Hay varios mecanismos para realizarlo: reducción de impuestos que gravan el consumo, reducción de impuestos personales, entrega directa de una cantidad de dinero a los consumidores, reducción de los tipos de interés, etc.

Algunas de estas medidas son específicas para estimular el consumo, como la entrega directa de una cantidad de dinero o la reducción de impuestos personales, y otras, como la reducción de los tipos de interés se dirigen también a la empresa para estimular sus inversiones.

Lo más importante de estas medidas es conseguir que el dinero inyectado en el sistema se dedique por completo al consumo, en lugar de ahorrarlo.

Los gobiernos deben estudiar la situación, el entorno y las características del mercado y sus actores para tratar de encontrar la medida que va a ser más eficaz y a más corto plazo.

La implantación de una medida de este tipo, tiene como criterio principal, por tanto, su impacto en el aumento del consumo, siendo secundaria cualquier consideración respecto a la mayor o menor justicia social en su reparto.

Es lógico que los gobiernos traten de resaltar en su comunicación sobre estas medidas los aspectos más positivos en cuanto a justicia social, pero su eficacia se va a medir exclusivamente en función de su efecto sobre el consumo.

Las dos medidas a las que me refiero en este capítulo entran de lleno en la categoría de las medidas destinadas a estimular el consumo, y únicamente desde este punto de vista deben ser juzgadas.

Puede discutirse si su efecto sobre el consumo ha sido el esperado o no. Yo no tengo datos sobre ello, aunque sí puedo suponer que ese dinero, en base a su reparto en forma de cantidades relativamente pequeñas, en el caso de los 400 euros del IRPF, y a su coincidencia con un momento de grandes gastos en el del cheque bebé, hayan acabado efectivamente siendo gastadas de inmediato, con lo que su efecto habría sido amortiguar la caída de la economía, tal como se buscaba.

En consecuencia, también en este caso, se trató de medidas que legítimamente pueden considerarse como adecuadas a la situación y los problemas existentes en su momento. Se trata de un punto de vista avalado por la mayoría de los economistas.

Zapatero acertó también, por tanto, al implantar el cheque bebé y rebajar los 400 euros del IRPF para estimular el consumo en un momento de recesión.

domingo, 16 de mayo de 2010

¿Todos contra ZP? capítulo 1: Negar la crisis

Está de moda criticar a Zapatero.
Es tan fácil echarle la culpa de todos nuestros males: la crisis económica, el paro, el terrorismo, la situación política, la corrupción, la situación de la justicia.
Lo último es decir que se ha equivocado al hacer demasiado tarde lo que no ha querido hacer hace tiempo por empeñarse en negar la realidad.
Leyendo hoy el editorial de el País y tras algunas conversaciones con amigos votantes de izquierdas la pasada semana, me parece que asisto a una especie de linchamiento público de Zapatero: todo lo ha hecho mal según ellos.

Llevo siguiendo con mucha atención y con espíritu crítico todas las medidas que ha tomado el gobierno de ZP desde que llegó a la Moncloa, especialmente en materia de política económica.

Y desde mi análisis crítico me siento muy contrariado por la injusticia de este linchamiento del presidente del Gobierno.

Porque me parece evidente, y así lo indicaban muchos análisis de economistas reputados, que lo que había que hacer es lo que ha hecho.

Pienso que fué demasiado lento en las reformas económicas en la primera legislatura para favorecer el cambio de modelo económico, reduciendo el sector inmobiliario e impulsando los sectores alternativos que debían tomar el relevo. Sin duda con su lentitud trató de minimizar el coste social de las medidas apostando a un sostenimiento más prolongado del ciclo de crecimiento existente. Hay muchos que apostaban por lo mismo, y todos se equivocaron al no medir el grado de oquedad de la riqueza que se estaba generando.

Pero cuando se declaró la crisis actuó de inmediato. Pueden ser discutibles algunas de sus medidas, pero fueron las adecuadas en cada momento a lo que requería la situación

Algunas de sus medidas han tenido un impacto positivo que no se ha percibido suficientemente por lo profundo de la crisis.

Toda su actuación ha tenido lugar en medio de un ambiente interesadamente hostil y mentiroso en el que la oposición, sobreponiendo sus intereses electorales al rigor, la honestidad y los intereses generales de los ciudadanos españoles ha perjudicado deliberadamente el efecto de las medidas tomadas por el gobierno.

Los medios de comunicación en muchos casos han renunciado al análisis riguroso para apuntarse de modo populista a la opinión más fácil de compartir, quizás con la intención de agradar a sus lectores en lugar de informarles.

En un ejercicio minoritario, que en estos momentos me lleva a ser tratado con condescendencia por quienes me escuchan y a ser tildado de seguidor fanático y ciego de ZP, voy a desgranar en unos cuantos artículos los argumentos que me hacen estar razonadamente convencido de que la política llevada a cabo por el gobierno de Zapatero es la más adecuada a la situación de España desde la llegada de la crisis.

En este primero voy a analizar la primera y más básica crítica que se le ha hecho: Haber negado la existencia de la crisis y haber tratado de resolverla con declaraciones optimistas.

Cuando la economía entra en recesión, se rompe el círculo virtuoso de la época del crecimiento, por el que la buena marcha de la economía genera confianza en el futuro lo que lleva a consumir e invertir y a prestar dinero para hacerlo, generando más crecimiento.
Con la recesión se quiebra esa confianza en el futuro. La falta de confianza lleva a dejar de consumir e invertir y estimula, en su lugar, el ahorro. Eso reduce el crecimiento que agudiza la falta de confianza.

Un gobierno responsable no puede promover la falta de confianza. Cuando aparecen síntomas de recesión, en paralelo con tomar las medidas de política económica adecuadas, el gobierno debe tratar de combatir la falta de confianza. En esos momentos la principal forma de hacerlo es mediante acciones de comunicación. El gobierno tiene medios para saber, antes que los demás, que la economía está entrando en recesión. Si haciendo uso de esa información anticipada la hiciera pública, los actores económicos, tanto los consumidores como las empresas y los bancos, empezarían a tomar posiciones de "prudencia" económica y acelerarían la llegada de la recesión. Los gobiernos, en consecuencia, retrasan la difusión de dicha información con el fín de mantener el máximo posible la confianza y retrasar la recesión.

Ante una recesión, la política de comunicación de un gobierno pasa por tres fases:
  1. Cuando el gobierno aprecia síntomas de la llegada de la recesión pero la sociedad todavía no la percibe: El gobierno debe en esta fase promover la confianza resaltando los aspectos positivos de la situación económica con el fín de retrasar, e impedir si es posible, la quiebra de la confianza.
  2. Cuando la sociedad es consciente de la existencia de la recesión: el gobierno debe explicarla en toda su crudeza para facilitar la asunción de las medidas necesarias a su resolución por parte de los actores y obtener la colaboración de los distintos actores y el aumento de la confianza en la salida.
  3. Cuando se empiezan a observar signos de salida de la recesión, el gobierno debe establecer una política de comunicación que resalte los aspectos positivos con el fín de acelerar el aumento de la confianza en el futuro de la economía por parte de la sociedad para acelerar la llegada del nuevo círculo virtuoso.
En el caso de España, el gobierno actuó del modo adecuado cuando llegó la recesión, retrasando la información sobre la la misma. Pero la oposición, el PP, anuló el efecto de dicha política de comunicación mediante una brutal campaña de resalte de la crisis, utilizando toda la potencia de sus medios de comunicación afines. Fué una actuación irresponsable que buscaba beneficios electorales a costa de la economía española y el bienestar de los españoles.

Pese a la irresponsabilidad del PP, el gobierno tuvo que mantener su postura evitando de ese modo que la pérdida de confianza llegase más pronto y que, por ejemplo, los bancos endureciesen desde el principio su política de concesión de créditos.

Cuando posteriormente el gobierno, interpretando que había llegado la segunda fase, de las anteriormente indicadas, comenzó a hablar de la existencia de la crisis y de las medidas necesarias para resolverla el PP se apresuró a mantener la crítica sobre el retraso en la comunicación, poniendo el acento en dicho retraso en lugar de contribuir a la solución negociando y apoyando las medidas propuestas.

El gobierno contribuyó en esa fase a diseñar la salida de la crisis en el ámbito mundial al llevar a las reuniones del G20 sus propuestas en materia de control de los mercados financieros, apoyándose en la ejemplar estructura de control existente en España, reconocida por todo el mundo.

Posteriormente, con la aparición del problema griego, que ocultó su situación económica real engañando a sus socios de la UE, el gobierno español realizó una política de comunicación interna y externa, tendente a dejar clara la situación saneada de las finanzas españolas, como demuestran las cifras de déficit y deuda públicos comparados con nuestros socios.
Pero el PP, de forma irresponsable, ha contribuido a ensuciar la imagen de las finanzas españolas tratando de aprovechar los rumores divulgados en los mercados fian¡¡nancieros en beneficio propio.
Pese a que tanto el déficit como la deuda pública no suponen objetivamente una situación de emergencia, como se puede constatar viendo la cantidad de tiempo y el déficit acumulado por otros paises como Estados Unidos durante los ocho años de Bush o cualquiera de nuestros vecinos europeos ricos, la presión de los mercados internacionales, unida a la torpeza de la UE al resolver el problema griego, instigada por los intereses electorales de Angela Merkel han llevado a España, y al resto de Europa, a una situación insostenible que ha obligado a todos a acentuar sus medidas de saneamiento fiscal.
Zapatero ha asumido la situación con responsabilidad y ha tomado las medidas adecuadas con la urgencia y excepcionalidad que requería la situacion.

A la vista de lo expuesto anteriormente, mi conclusión es que Zapatero no negó la crisis, sino que comunicó sobre ella el momento adecuado como corresponde a un gobierno responsable, y de modo similar a nuestros socios europeos.
Lo que sí ha sido diferente en España ha sido la actitud irresponsable de la oposición apoyada en la extraordinaria potencia de su entorno mediático.

lunes, 10 de mayo de 2010

¿Es el rigor fiscal la política económica adecuada?

Decía John Keneth Galbraith que nunca hay que guiarse por los maximalismos, que ninguna receta económica es aplicable a todas las situaciones, que hay que analizar cada situación para decidir las medidas más adecuadas.
Desde John Smith hasta nuestros días, la mayoría de los economistas políticos se han alineado en un bando u otro adoptando como dogma determinadas medidas.
Cuando se declaró la última crisis económica mundial hubo un amplio consenso en que el sector público interviniera para salvar la situación.
Fueron muchos los que dijeron que había que reformar nuestra economía capitalista introduciendo mecanismos de control que impidan a los actores más osados poner en peligro a todos en base al libre mercado.
Pero una vez que se salvaron los platos, volvemos al reino del mercado libre y sin control.
Estamos asistiendo últimamente a una especie de tiranía sin tirano, en la que un ente abstracto llamado "mercados financieros" está obligando a todos los gobernantes del mundo a plegarse a él.
Y estamos todos como papanatas aceptando el dictado de este dictador impersonal.
Pero yo me pregunto:
¿De verdad la política de rigor fiscal y reducción del déficit es la más adecuada en estos momentos?
¿Por qué?
¿Están justificados los sacrificios de los más desfavorecidos para lograr el objetivo de controlar el déficit?
¿Por qué los Estaods Unidos sí pudieron encadenar ejercicios sucesivamente aumentando el déficit sin parar?
¿Estaban más justificados los gastos en las guerras de Bush y Cheney que la protección social de los trabajadores y sus familias en Europa?
No digo que no haya que controlar el déficit en este momento. Simplemente me gustaría que alguien hubiera planteado la tesis contraria, hubiera habido un debate, y se hubiera decidido la solución como consecuencia de una reflexión racional, y no de un ejercicio irracional de fé en los mercados.
¿ Quién le pedirá disculpas a los pobres de todo el mundo si descubrimos dentro de unos años que nos hemos equivocado?

jueves, 6 de mayo de 2010

Economía, crisis o confianza, rumores o realidad

Se dice y se escribe mucho por ahí sobre la desconfianza de los inversores internacionales respecto a España.
En estos días está de moda hablar mal del crédito que la marca España tiene en los mercados financieros internacionales.
El grupo Kesa Electricals, multinacional británica propietaria de Menaje del Hogar y de Darty, entre otras, ha lanzado una campaña de aperturas de nuevas tiendas DARTY en España ahora, precisamente ahora, apoyándose en la red de Menaje del Hogar, a cuyas tiendas ha cambiado de nombre, y jugándose su dinero en una operación empresarial que supone CONFIAR en el futuro de la economía española.
Cuando S&P, Moody o Fitch, esas empresas de calificación, apuestan o no por un país o una empresa asignándole una determinada calificación, lo hacen de modo gratuito, sin jugarse su dinero.
En este caso, una empresa privada, cuyo objetivo es el beneficio, cuyas marcas (especialmente DARTY, que conozco bien de mi estancia en Francia) se caracterizan por su estrategia de imagen y servicio sostenido en el largo plazo, se juega su dinero apostando por España.
Tú ¿de quién te fiarías más?
¿del camarero que te recomienda un plato del menú?
¿o del comensal de la mesa de al lado que lo está probando?
Yo lo tengo claro, un inversor que se juega su dinero en España es un signo de que las perspectivas de la economía española son buenas.
Y además, ya anuncié que saldríamos de la crisis en el segundo semestre de 2010 en este mismo blog hace mucho tiempo
 
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