viernes, 26 de diciembre de 2008

La Economía del Crecimiento: La Religión del mundo actual

El modelo económico actual, vigente en todo el mundo desde que la globalización se instaló en nuestras vidas, es tan obsoleto como las religiones.
Las principales normas religiosas surgieron como respuesta a un problema práctico de la vida social del momento.
Por ejemplo, la norma que prohibe a los musulmanes comer cerdo probablemente se hizo como medida profiláctica para prevenir la triquinosis. Del mismo modo, las normas de la iglesia católica se desarrollaron, especialmente durante la Edad Media, como una especie de constitución que regía la vida terrenal de los indivíduos sujetos a ellas, y así fueron asumidas por los distintos reinos y estamentos políticos.
Los problemas y necesidades a las que se dirigían estas normas ya no existen. Hoy a nadie se le ocurriría dictar dichas normas. La necesidad de la jerarquía religiosa de conservar su posición unido a la forma de educación de nuestras sociedades, que apenas estimula el espíritu crítico, haciendo prevalecer en cierta medida el adoctrinamiento, han permitido que los seguidores de las distintas religiones continúen aceptando preceptos que ya no tienen sentido.

Las reglas que rigen el modelo económico actual se crearon en la época posterior a la Revolución Industrial del norte de Europa, se aplicaron con gran éxito durante la conquista del Oeste en los Estados Unidos y se perfeccionaron con las crisis económicas que afectaron a nuestras sociedades en los dos siglos pasados.

Básicamente cualquier modelo económico debe responder a dos necesidades:

  1. PRODUCIR RIQUEZA
  2. REPARTIR LA RIQUEZA PRODUCIDA
Debido a su origen, el modelo actual utiliza un mecanismo único para responder a estas dos necesidades:
  • EL EMPLEO

Dada la enorme diferencia entre los dos procesos principales del modelo económico citados anteriormente, resulta sorprendente que hayamos sido capaces de utilizar un único mecanismo para los dos.

En realidad resulta absolutamente incoherente porque ambos procesos no tienen ninguna similitud entre sí.

Dependiendo de la situación económica de cada momento, la forma de realizar cada uno de los dos procesos puede ser muy distinta.

Pero los economistas y los políticos de todo el mundo insisten en aplicar siempre el mismo mecanismo, en cualquier país, en cualquier circunstancia. El EMPLEO es la clave para todos.

Todo tiene su origen, como indicaba anteriormente, en las características de la situación económica en los doscientos años aproximadamente que tiene de vigencia nuestro modelo actual, especialmente al principio:

  • EL CRECIMIENTO PERPETUO

La revolución Industrial, con la aparición de la mecanización, permitió incrementar rápidamente la producción de bienes. Aquella fué una época de Crecimiento económico. En aquel momento, los bienes escaseaban, la fabricación de productos textiles no satisfacía las necesidades de toda la población. El incremento de producción puso en el mercado esos productos. Para producirlos se necesitaban muchos trabajadores y el empleo permitió realizar satisfactoriamente el primer proceso del modelo económico: la producción de riqueza.

La retribución de los trabajadores empleados permitió realizar el segundo proceso del modelo económico: el reparto de la riqueza producida

Durante la conquista del Oeste en Estados Unidos, hubo un incremento rápido y brutal de la población y del territorio ocupado por la misma. Aquella fué también una época de Crecimiento económico.

Y también allí funcionó el empleo como mecanismo para producir y para repartir lo producido.

Durante estos dos siglos, el crecimiento económico se ha apoyado en el crecimiento demográfico y en la incorporación al mundo de la economía industrial de nuevas regiones del planeta (Después de Europa y América del Norte, América del Sur, Asia y parcialmente Africa, aunque su importancia es menor por su menor tamaño)

La saturación del mercado, es decir el alcance del nivel de productos fabricados suficiente para satisfacer las necesitades de todos, se ha retrasado "gracias" al efecto saludable que sobre el modelo económico tuvieron las distintas grandes guerras, que destruyeron bienes y personas y permitieron que fuera posible de nuevo crecer.

En la actualidad casi todas las regiones del planeta forman parte del modelo económico que nos inventamos para la Revolución Industrial y la Conquista del Oeste.

En buena medida ya hemos alcanzado el nivel de saturación al que me refería en el párrafo anterior. Hoy en día se dice que una empresa está en crisis cuando ya ha producido todos los bienes que el mercado podía absorber, es decir, cuando ya ha hecho todo su trabajo y no se necesita que haga nada más.

El progreso de estos dos últimos siglos ha permitido mejorar nuestra capacidad de producir de tal modo que hoy en día se pueden producir la mayoría de los bienes necesarios con muy poco trabajo humano.

En una situación como la actual, el empleo ya no es necesario para producir riqueza.

De hecho, la doctrina económica aplicada por todos los empresarios consiste en aumentar la productividad, ésto es, en incrementar la cantidad de riqueza producida por cada unidad de mano de obra.

Pero como en nuestro modelo sólo sabemos repartir la riqueza en base al empleo, al mismo tiempo existe una fuerte presión de todos los actores económicos para que "se mantenga o se aumente el empleo".

Hoy el empleo es necesario, no para disponer de mano de obra productiva, sino para disponer de consumidores

Tenemos un modelo económico obsoleto, que encierra en su corazón una gran contradicción, y la única respuesta que escuchamos de nuestros guías, de nuestros filósofos, nuestros políticos y nuestros economistas es: "Hay que hacer lo necesario para que la economía crezca"

Es lógico que el crecimiento económico sea su objetivo, porque no conocen ninguna otra situación económica en la que funcione el mecanismo del empleo para resolver los dos procesos básicos (producción y reparto) y no se han parado a pensar en ningún mecanismo alternativo que ofrezca las mismas ventajas y funcione en cualquier otra situación económica, o al menos en la que disfrutamos actualmente.

Resulta difícil de aceptar que cuando el hombre, gracias a su capacidad para progresar sometiendo a la naturaleza con sus conocimientos, ha conseguido que haya riqueza suficente para todos, tengamos de modo permenente la sensación de estar en crisis.

Y resulta sorprendente que el hombre actual, con su inteligencia, sea capaz de aceptar como mala la situación definida por la afirmación de cualquier empresario de un sector supuestamente en crisis, como por ejemplo el del automóvil: "Estamos muy mal porque ya hemos producido todo lo que se necesitaba para los próximos meses y tenemos que parar de producir".

Es decir, que el éxito del sistema, que ha sido capaz de producir todo en menos tiempo del necesario, se interpreta como un problema.

Cada vez la economía se parece más a la religión.

martes, 23 de diciembre de 2008

Mi amigo el ligón

Tengo un amigo que es un ligón.

Pero no un ligón al uso, él no sabe ligar, pero casi siempre lo consigue.

Muchas veces ni siquiera llega a terminar el ligue, pero lo interrumpe pasado ese punto de no retorno en el que ya se sabe que se va a ligar

Su problema es que apenas tiene oportunidades para contarlo. Primero porque no conoce a mucha gente aparte de mí a quien no se haya ligado en algún momento, y a esas personas no quiere contárselo. Y después porque es bastante pudoroso, y le parece una demostración de petulancia excesiva andar presumiendo de su éxito.

Se trata ciertamente de un grave problema para él, porque las dos consecuencias positivas de un ligue son, por éste orden:
  • El enriquecimiento personal de una nueva relación intensa y placentera con otra persona.
  • El placer de contarlo que reafirma el ego y nos confirma, mediante referencia externa, que seguimos siendo atractivos.

Y mi amigo sigue disfrutando a medias de ese tirón especial que tiene con los demás, su vida es cada vez más rica en experiencias interesantes, pero su ego no progresa apenas.

La única concesión que hace a su autosatisfacción, según me ha confesado recientemente, es el recuento de sus éxitos. En alguna ocasión ha llegado al número veinte, pero siempre tiene la sensación de haberse olvidado de alguien, y éso le desquicia.

La felicidad

La vida es felicidad. Incluso los que consideramos malos momentos.
Hace unos días en el tren de cercanías, tras haber leido todo lo que me interesaba del periódico del día, iba pensando en lo aburrido que me resultaría el trayecto restante hasta llegar a casa. Por un instante deseé que ese tiempo pasara más rápido. Inmediatamente me dí cuenta de lo desatinado de mi deseo.
Cuando estaba haciendo la mili en Melilla (nada duro en mi caso, salvo por el largo período lejos de mi entorno) pensaba también en lo aburrido del tiempo que me restaba hasta licenciarme y también deseaba que pasara rápido.
Con frecuencia trataba de distraerme haciendo pasatiempos.
Por aquella época me dí cuenta de que cada instante de la vida merece vivirse, estando muy atento a lo que nos ocurre, recibiéndolo, analizándolo, sufriéndolo o disfrutándolo. Lo único que no se debería hacer, según mi opinión, es dejarlo pasar, no vivirlo, o intentar vivirlo a baja intensidad, por ejemplo haciendo pasatiempos.
De modo que a bordo del tren y con estas ideas en la cabeza, me dispuse a vivir lo más intensamente posible mi "aburrido" trayecto.
Curiosamente no conseguí aburrirme. Hay muchas posibilidades de disfrutar comtemplando a la gente que viaja contigo.
Al bajarme del tren, ya en el trayecto a pié hasta casa, la cerveza que había bebido comenzó a presionar con insistencia sobre mi esfínter. En lugar de acelerar el paso apretando los muslos, jadeando y sufriendo para aguantar unos minutos más, decidí concentrarme en la percepción sensorial de mi esfínter y me soprendí descubriendo que puede resultar placentera. Llegué a casa tranquilo y satisfecho.
Son dos ejemplos, más bien tontos, para ilustrar lo que decía al principio:
La vida es felicidad.

jueves, 18 de diciembre de 2008

¿Porqué el gusano provoca la risa a la concejala?

Enrique Martín Cabrera, responsable de producción y comunicaciones informáticas del Organismo Autónomo Informática Ayuntamiento de Madrid dice en la Comisión de Hacienda y Administraciónes Públicas del Ayuntamiento de Madrid que un "gusano" informático lleva tres semanas impidiendo el normal funcionamiento de la informática del Ayuntamiento y a la concejal de Obras Paz González, que presidía la sesión le da la risa, hasta se le saltaron las lágrimas de tanto reir.
Incluso el representante de informática ahogaba una risita al explicarlo.
No sé dónde le ven la gracia.
Es frecuente que a los no expertos les hagan gracia los relatos sobre virus informáticos, sobre todo bien contados, como los chistes.
Enrique Martín Cabrera debe contarlos muy bien.
Si los responsables de las infraestructuras informáticas del Ayuntamiento de Madrid hubieran actuado diligentemente, el Ayuntamiento se habría ahorrado el dinero, la pérdida de productividad y la vergüenza de sufrir una incidente de este tipo.
Así lo han hecho la mayor parte de las empresas que utilizan los sistemas Windows de Microsoft e hicieron caso de la alerta urgente lanzada por dicha empresa sobre la divulgación de un fallo en sus sistemas que aprovechaba el programa maligno en cuestión.
¿Alguien va a pedir al Organismo Autónomo Informáticadel Ayuntamiento de Madrid un balance del coste de este ataque?
 
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