miércoles, 3 de marzo de 2010

Odio la corrupción política

Cuando una persona de izquierdas lee una noticia de corrupcion política perpetrada por un político de izquierdas, se siente doblemente cabreada, doblemente indignada, y doblemente ansiosa de obtener justicia.
El problema es que normalmente las cosas no son tan claras. Cuando la noticia aparece en la prensa el hecho no ha sido todavía confirmado judicialmente, y siempre te queda la duda de si se trata de una falsa acusación construida voluntaria e interesadamente o bien de una información verídica
La reacción debería ser siempre la de esperar a que las instancias investigadoras oficiales lleven a cabo sus pesquisas.
Y esto tanto para un caso de corrupción de izquierdas como, lo que es estadísticamente mucho más frecuente, para un caso de corrupción de derechas.
Lo que yo quisiera que ocurriera es lo siguiente:
  • Ante una noticia de corrupción, la entidad oficial correspondiente, bajo la dirección de su máximo responsable (Alcalde, Presidente autonómico, consejero, ministro, etc.) lanza una investigación seria, y objetiva.
  • Si los hechos adquieren verosimilitud se destituye o pide la dimisión, según las circunstancias, al infractor.
  • En caso contrario, se comunica oficialmente la exoneración de los implicados y se continúa como si el hecho no hubiera ocurrido
El problema surge cuando no nos fiamos de la investigación llevada a cabo por el mismo organismo implicado en la corrupción detectada, porque puede que haya un conflicto de intereses entre la función de los investigadores y su pertenencia a la organización encausada.
Pero yo considero que la única solución definitiva a la corrupción pasa por una investigación interna aplicando la tolerancia cero.
Probablemente los organismos públicos más comúnmente afectados por este tipo de casos deberían constituir tribunales lo más independientes y representativos posibles para juzgar este tipo de casos.
Mención aparte merece la actitud de los partidos políticos que están en la oposición, con demasiada frecuencia prestos a hacer demagogia, cuando no se dedican a construir falsas imputaciones en base a argumentos inventados o insuficientemente constatados.
Y el mayor cáncer de este asunto es la implantación entre la ciudadanía de la impresión que todos los políticos son iguales. No hay nada más dañino para el prestigio de la función pública y del ejercicio de la política.
Parece que el impacto de la corrupción política es diferente entre la derecha y la izquierda:
  • Cuando un votante de derechas tiene conocimiento de un caso de corrupción, incluso si éste afecta al político que se presenta a las elecciones, prevalece en la valoración de dicho votante su posición ideológica sobre la honestidad de los candidatos, por lo que de todas formas va a votar a la derecha.
  • Cuando un votante de izquierdas tiene conocimiento de un caso de corrupción, especialmente si éste tiene lugar en sus propias opciones para las elecciones, se produce dentro de él un debate entre la conveniencia de votar a su opción ideológica y su deseo de castigar la corrupción hurtando del voto al partido responsable de la misma. (Tenemos un ejemplo muy claro de esto, especialmetne sangrante, en la abstención de una parte de los votantes de izquierdas tras la deshonesta actitud de Tamayo y Sáez en Madrid, en la repetición de las elecciones madrileñas facilitando de este modo la constitución de un gobierno de derechas)
Por otro lado, los partidos de derecha tienen como uno de sus objetivos principales de comunicación la difusión del mensaje que indica que todos los políticos son iguales, algo que, por los mismos argumentos explicados anteriormente, acaba beneficiando a la derecha.

A mí me resultan tan odiosos los casos de corrupción, es tan deshonesto intentar robar a los ciudadanos de a pié, especialmente cuando se hace desde un puesto obtenido gracias a la confianza de los ciudadanos expresada en las urnas, que quisiera que se resolvieran de modo rápido aplicando el criterio de tolerancia cero.
Y creo que para las personas de izquierda, lo más eficaz es a la vez lo más honesto: ante un caso de corrupción, incluso si éste afecta a un político de su misma opción (yo diría, especialmente en este caso) Hay que actuar lo más rápidamente posible sancionando al infractor y apartándolo, en la medida que lo permita la legislación, de sus responsabilidades públicas.
Porque, como ya dije hace unos meses aquí mismo, la corrupción perjudica más a la izquierda que a la derecha, incluso cuando está perpetrada por la derecha.

3 comentarios:

  1. Jajaja,doblemente indignada, ¿por qué? ¿Acaso crees que la izquierda es menos corrupta o tiene el monopolio moral de la honradez? Y esas estadísticas ¿de dónde las sacas?, ¿incluyen la corrupción en los 70 años de socialismo soviético? ¿O la corrupción en los 51 de comunismo en Cuba? , ¿o la que existe actualmente en Venezuela?
    De donde sacas que a un votante de derecha le da igual que sus representantes sean corruptos, y en cambio un votante de izquierda se echa las manos a la cabeza? Eso es muy ingenuo o muy malintencionado.
    Tampoco entiendo por qué "la derecha" está especialmente interesada en hacer creer que todos los políticos son corruptos y en qué se beneficiaría de eso.
    Por últimno y como ciudadana no creo que los mismos corruptos sean los que tengan que solucionar los casos de corrupción, desde dentro. Espero que los solucione una justicia independiente y desde fuera. Creo que los partidos mayoritarios españoles hace tiempo que solo denuncian la corrupción política de boquilla y están metidos en ella hasta el cuello.
    Parece que nos tomen por idiotas.

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  2. Gracias, Isabel, por tu comentario.
    Cuando digo "doblemente indignada" me refiero a dos orígenes de la indignación: por el hecho mismo de la corrupción de un político y por el hecho de que éste sea de sus filas.
    El artículo está orientado principalmente a combatir la afirmación "todos los políticos son iguales".
    Creo sinceramente que ése es uno de los motivos por los que la corrupción perjudica más a la izquierda que a la derecha, porque se intenta, y en muchos casos se consigue, convencer a los votantes de que la corrupción no es un elemento diferenciador y por tanto no hay que usarlo para sancionar a quien la comete. Y en el votante de izquierdas, cuyo voto está con frecuencia más basado en valores que en intereses hay una mayor predisposición a castigar a su opción favorita absteniéndose, mientras que en el votante de derechas prevalece el pragmatismo de evitar el triunfo de la opción contraria y, pese a desaprobar la corrupción, no la sanciona con su abstención.
    Por supuesto esta afirmación anterior es una generalización que considero válida en las grandes cifras globales, pese a que tenga notables excepciones.
    Y se trata de una consideración esencialmente subjetiva, aunque basada en mi observación del comportamiento de los votantes en los 34 años de democracia.
    No descarto que esa situación evolucione en el futuro, yo no me resigno a aceptarla.
    E insisto en que no todos los políticos son iguales. Es más, creo que la mayoría son honrados y creo que son ellos los primeros que tienen que actuar contra los que no lo son.
    Pero los ciudadanos debemos exigírselo.

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  3. Pues no creo que los votantes de izquierdas defiendan más valores que intereses, en conjunto.
    Con tus afirmaciones das a entender que el votante de derecha es inmoral, pues vota a "su" partido aún sabiendo que es corrupto. En cambio, según tú, el votante de izquierda hace un sacrificio y no vota a "su" partido.
    Yo vivo en Cataluña y creo que aquí los partidos favorecen la corrupción y que los políticos o bien son corruptos o bien conocen la corrupción y la tapan, que viene a ser lo mismo.
    Creo que si una persona normal y honrada entra en un típico partido español e intenta hacer carrera tiene que salir por pies pues El Partido no se lo permitiría.
    Y, por último, creo que la izquierda es tan corrupta como la derecha o el centro, creer lo contrario es tener fe en una idea, más que nada. El que alguien sea idealista y anticorrupto y se haga de izquierda no significa que deba ignorar la realidad y esta es que todos los políticos y todas las personas por idealistas que puedan ser en un principio son susceptibles de corrupción.

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