Escribo estas líneas desde la tristeza por la muerte de dos amigos, asesinados por unos terroristas que, además son cobardes y no se atreven a defender sus ¿ideas? con la palabra y con la acción política.
No sé cómo se transmite la solidaridad a las familias, las palabras, incluso las manifestaciones, me parecen insuficientes, pero es el primer sentimiento que me sale de dentro.
Tras serenarme, me dirijo ahora a toda la sociedad, en especial a la sociedad vasca, con la excepción de ellos, los asesinos, porque ésos no leen otra cosa que sus panfletos, porque ésos no quieren escuchar las opiniones de los demás para confrontarlas con las suyas. Intelectualmente los ignoro, no merecen la pena.
Al resto les digo que, según mi modesta opinión, la única forma de acabar con ésos es haciéndoles sentir, allí donde se encuentren, allí donde haya un simpatizante suyo, que no son queridos. La sociedad no se puede esconder de ellos, son ellos los que deben sentir vergüenza cuando estén al lado de cualquiera de nosotros. Y es necesario hacerles sentir esa vergüenza. Decirles: sois malos y lo sabemos, y vosotros también lo debeis saber.
Hay mucha gente en Euskadi que lleva años haciéndolo. Y mi deseo, mi petición, es que sean cada vez más, que se sume a ellos toda persona honesta.
La libertad no se obtiene, se conquista, y ésos, nos la quieren quitar.
jueves, 30 de julio de 2009
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