Hace unas semanas publiqué un artículo manifestando mi discrepancia con el proceso a Garzón por investigar los crímenes del Franquismo
Lamentablemente hoy tengo que volver a escribir sobre el asunto porque un juez del Tribunal Supremo ha decidido procesarle por prevaricación y ese procesamiento podría dar lugar en los próximos días a su separación cautelar (provisional) del puesto de juez, con el riesgo de acabar condenado y siendo expulsado de la carrera judicial.
Y esto ya me parece pasar de castaño a oscuro.
En primer lugar, sin ser experto en leyes, (aunque en cada español habría un experto en derecho a juzgar por lo que se lee y lo que se oye por ahí) considero ridícula y muy discutible la argumentación del juez que procesa a Garzón. El juez no entra en el fondo de la cuestión, es decir en valorar si el comportamiento de Garzón en el hecho denunciado constituye un delito o no, sino que se limita a decir que podría serlo. Es evidente que cualquier juez, en el ejercicio de su profesión podría cometer prevaricación, del mismo modo que cualquier cocinero, en el ejercicio de su profesión podría envenenar el plato que cocina.
Por otro lado, el sibilino juez evitaría pronunciarse sobre el fondo de la cuestión, alegando que es para evitar contaminarse, es decir para evitar que una toma de posición previa al juicio pudiera inhabilitarle para actuar también como magistrado en el proceso. De este modo, se asegura la posibilidad de ser uno de los dos jueces que intervendrán en el proceso.
Y así, jugando con los turnos, cuyos mecanismos conocen a la perfección, los magistrados predispuestos a echar a Garzón de la judicatura podrían intentar constituir un tribunal para juzgarle claramente parcial.
Todo esto me ha parecido entender tras una lectura crítica de lo publicado sobre el asunto.
Intento ponerme en el lugar de los que creen que Garzón ha prevaricado y trato de analizar la situación lo más objetiva e imparcialmente posible. Es un ejercicio difícil, porque hay muchos sentimientos en juego en este asunto.
Pero por más que lo intento, el único lugar donde veo signos claros de prevaricación, es en la actuación del Juez que ha decidido procesar a Garzón.
Creo que si Kafka hubiera vivido en este siglo, escribiría una nueva versión de su famoso libro "El Proceso" con las sorprendentes aportaciones del juicio a Garzón, porque el original se le antojaría ampliamente superado por la realidad.
Sinceramente, espero que tengan razón los jueces que, desde su discrepancia con el camino recorrido hasta ahora por este proceso a Garzón, manifiestan su confianza en una solución del mismo favorable al magistrado de la Audiencia Nacional.
De lo contrario, como decía una interlocutora en Twitter, volvería a sentir vergüenza por ser español, como la que me hizo pasar Aznar durante su mandato. En este caso sería por nuestro sistema de administración de justicia.
miércoles, 14 de abril de 2010
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