Sí, son los Valores, los Principios, así, con mayúsculas, los que definen las posiciones progresistas de la Izquierda.
Hay que distinguir entre los valores, que son permanentes, y los medidas que se utilizan para aplicarlos, que dependen de la situación de cada momento.
Hoy oimos muchas veces hablar de medidas de izquierdas o de derechas, progresistas o conservadoras.
Por ejemplo, alguien se pronuncia sobre la rebaja del impuesto de sociedades a los autónomos diciendo que “rebajar impuestos” no es de izquierdas. O que privatizar empresas es de derechas. Etc.
Las medidas no son, intrínsecamente, de izquierdas o de derechas. Todo depende de la situación de cada momento.
Un progresista suele identificarse con valores como Justicia, Libertad, Igualdad, Protección de los débiles.
Ante una situación determinada, un partido político de Izquierdas debe definir unos objetivos acordes con sus valores, que supongan una mejora respecto a la situación actual en la aplicación de los mismos.
Con esos objetivos definidos y publicados, el paso siguiente es definir las medidas concretas que hay que tomar para alcanzarlos.
Y esas medidas, dependiendo del punto de partida, es decir, de la situación actual, serán unas u otras. Su calidad debe medirse en términos de eficacia, no en términos ideológicos. La ideología se ha tomado como base para definir los objetivos.
Y es conveniente recordar siempre nuestros valores para fundamentar las medidas.
Nuestras propuestas deberían presentarse siempre con esta estructura:
Hay gente, incluso gobernantes, que asocian las medidas con su ideología, y se empeñan en aplicar siempre el mismo tipo de medida porque es lo que corresponde a su ideología.
Son los fundamentalistas ideológicos
Tenemos ejemplos muy claros de ello, especialmente en economía.
Los ultraliberales, por ejemplo, se empeñan permanentemente en aplicar medidas de no intervención en los mercados, en liberalizar los mercados y en reducir o eliminar los impuestos.
Pero en ocasiones, esas medidas son contraproducentes y acaban por empeorar la situación.
Otros fundamentalistas, desde las posiciones opuestas, se empeñan siempre en fomentar el sector público, en aumentar los impuestos, en aumentar el gasto público. Y también en ocasiones estas medidas son contraproducentes y provocan el efecto contrario al buscado, porque al disminuir la riqueza producida, perjudican a los más pobres, a los que pretenden defender.
Si aplicamos el esquema indicado, veremos que, en ocasiones habrá que reducir impuestos para mejorar la situación desde una perspectiva de izquierdas, y al contrario, como es el caso en estos momentos, fomentar el gasto público y ayudar a los bancos desde el gobierno para que la economía privada vuelva a crecer.
Lo que debemos tener muy presente desde la Izquierda es qué valores defendemos y aplicar la política que en cada momento se adapta mejor a su defensa.
Hay que distinguir entre los valores, que son permanentes, y los medidas que se utilizan para aplicarlos, que dependen de la situación de cada momento.
Hoy oimos muchas veces hablar de medidas de izquierdas o de derechas, progresistas o conservadoras.
Por ejemplo, alguien se pronuncia sobre la rebaja del impuesto de sociedades a los autónomos diciendo que “rebajar impuestos” no es de izquierdas. O que privatizar empresas es de derechas. Etc.
Las medidas no son, intrínsecamente, de izquierdas o de derechas. Todo depende de la situación de cada momento.
Las medidas son medios para conseguir un objetivo.
Un progresista suele identificarse con valores como Justicia, Libertad, Igualdad, Protección de los débiles.
Ante una situación determinada, un partido político de Izquierdas debe definir unos objetivos acordes con sus valores, que supongan una mejora respecto a la situación actual en la aplicación de los mismos.
Con esos objetivos definidos y publicados, el paso siguiente es definir las medidas concretas que hay que tomar para alcanzarlos.
Y esas medidas, dependiendo del punto de partida, es decir, de la situación actual, serán unas u otras. Su calidad debe medirse en términos de eficacia, no en términos ideológicos. La ideología se ha tomado como base para definir los objetivos.
Y es conveniente recordar siempre nuestros valores para fundamentar las medidas.
Nuestras propuestas deberían presentarse siempre con esta estructura:
- Los Valores que defendemos
- El análisis de la situación actual
- La definición de los objetivos a alcanzar
- Las medidas que proponemos para alcanzar esos objetivos
- Si es posible, definir los indicadores que nos permitirán medir si hemos alcanzado nuestro sobjetivos
Hay gente, incluso gobernantes, que asocian las medidas con su ideología, y se empeñan en aplicar siempre el mismo tipo de medida porque es lo que corresponde a su ideología.
Son los fundamentalistas ideológicos
Tenemos ejemplos muy claros de ello, especialmente en economía.
Los ultraliberales, por ejemplo, se empeñan permanentemente en aplicar medidas de no intervención en los mercados, en liberalizar los mercados y en reducir o eliminar los impuestos.
Pero en ocasiones, esas medidas son contraproducentes y acaban por empeorar la situación.
Otros fundamentalistas, desde las posiciones opuestas, se empeñan siempre en fomentar el sector público, en aumentar los impuestos, en aumentar el gasto público. Y también en ocasiones estas medidas son contraproducentes y provocan el efecto contrario al buscado, porque al disminuir la riqueza producida, perjudican a los más pobres, a los que pretenden defender.
Si aplicamos el esquema indicado, veremos que, en ocasiones habrá que reducir impuestos para mejorar la situación desde una perspectiva de izquierdas, y al contrario, como es el caso en estos momentos, fomentar el gasto público y ayudar a los bancos desde el gobierno para que la economía privada vuelva a crecer.
Lo que debemos tener muy presente desde la Izquierda es qué valores defendemos y aplicar la política que en cada momento se adapta mejor a su defensa.
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