Estás a mil quinientos kilómetros de distancia y tu hijo de 23 años, todo energía y fuerza vital, entra en el hospital.
Y de repente nada tiene importancia.
Sientes miedo.
Sientes tristeza.
Y sobre todo, sientes impotencia.
¿o es más el miedo?
¿quizás la tristeza?
Quieres que pase el tiempo rápido, pero temes cualquier cambio.
Seguramente no es nada serio.
Pero es tu hijo.
y es tan importante ...
martes, 8 de febrero de 2011
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