martes, 23 de diciembre de 2008

La felicidad

La vida es felicidad. Incluso los que consideramos malos momentos.
Hace unos días en el tren de cercanías, tras haber leido todo lo que me interesaba del periódico del día, iba pensando en lo aburrido que me resultaría el trayecto restante hasta llegar a casa. Por un instante deseé que ese tiempo pasara más rápido. Inmediatamente me dí cuenta de lo desatinado de mi deseo.
Cuando estaba haciendo la mili en Melilla (nada duro en mi caso, salvo por el largo período lejos de mi entorno) pensaba también en lo aburrido del tiempo que me restaba hasta licenciarme y también deseaba que pasara rápido.
Con frecuencia trataba de distraerme haciendo pasatiempos.
Por aquella época me dí cuenta de que cada instante de la vida merece vivirse, estando muy atento a lo que nos ocurre, recibiéndolo, analizándolo, sufriéndolo o disfrutándolo. Lo único que no se debería hacer, según mi opinión, es dejarlo pasar, no vivirlo, o intentar vivirlo a baja intensidad, por ejemplo haciendo pasatiempos.
De modo que a bordo del tren y con estas ideas en la cabeza, me dispuse a vivir lo más intensamente posible mi "aburrido" trayecto.
Curiosamente no conseguí aburrirme. Hay muchas posibilidades de disfrutar comtemplando a la gente que viaja contigo.
Al bajarme del tren, ya en el trayecto a pié hasta casa, la cerveza que había bebido comenzó a presionar con insistencia sobre mi esfínter. En lugar de acelerar el paso apretando los muslos, jadeando y sufriendo para aguantar unos minutos más, decidí concentrarme en la percepción sensorial de mi esfínter y me soprendí descubriendo que puede resultar placentera. Llegué a casa tranquilo y satisfecho.
Son dos ejemplos, más bien tontos, para ilustrar lo que decía al principio:
La vida es felicidad.

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