Me siento vacío, me decía ayer un compañero de la Agrupación de Leganés cuando volvíamos juntos de celebrar, en el despacho de Tomás Gómez en Callao, la victoria de éste en las primarias de Madrid.
Es como hace unos meses en Hamburgo, cuando acabó el partido en el que el "Atleti" ganó la "Europa League". Entonces también tuve esta sensación de vacío, continuaba el compañero.
Quizás sea normal sentirse así, como vacío. Tanto ha llenado nuestra mente el objetivo de conseguir una meta, ya sea el trofeo deportivo de nuestro equipo favorito o la victoria electoral de nuestro candidato, que al desaparecer el mismo por estar ya conseguido, nos queda una sensación de vacío que nos cuesta algún tiempo volver a llenar.
Ayer muchos compañeros nos quedamos vacíos, quizás también porque nos habíamos vaciado luchando por algo en lo que creíamos con firmeza y convicción.
Teníamos la sensación de que nuestras razones eran más nobles que las de los que defendían la otra opción, la de Trini. Sin duda nos equivocábamos, al menos en parte, porque en el otro bando había personas, con muchas de las cuales tuve ocasión de hablar durante la jornada de votación, cuyos argumentos para apoyar a la Ministra; y excelente compañera, añado yo; eran al menos tan nobles como los nuestros.
Y la victoria nos deja la sensación de haber hecho justicia, de haber premiado, aunque sea sólo por una vez, el trabajo bien hecho, sincero y, sobre todo, colectivo.
Cada uno de nosotros, los que hemos votado a Tomás Gómez, nos sentimos igualmente responsables y titulares de su victoria, que en realidad es nuestra victoria.
Esta sensación se ve reforzada por la alta participación y, sobre todo, por lo apretado del escrutinio final.
Ahora queda algo igualmente difícil: gestionar el resultado, triunfo para unos y derrota para otros.
Decía uno de los compañeros que apoyaba a Trini en Leganés durante las semanas anteriores a la votación, que no debíamos olvidar que "hay vida después del día 3". E insistía en que a partir de hoy debíamos volver a ser compañeros de proyecto, que el tiempo de ser adversarios tenía fecha de caducidad.
Desde hoy será mi empeño trabajar para ello. Y me enfrentaré a todo aquél que, desde uno u otro lado, intente, a partir de los resultados y de los legítimos enfrentamientos de estas semanas, separar y ajustar cuentas.
lunes, 4 de octubre de 2010
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Amén. (Me asusté al leer el título).
ResponderEliminarAbrazo.
Gracias Alicia, Un beso
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