domingo, 1 de noviembre de 2009

Viaje a las Arribes del Duero, Zamora y El Bierzo. Tercera parte: Zamora

Antes de llegar a Zamora viniendo de las Arribes del Duero, pasas por varios pueblos donde parece que la única industria es la fabricación de hornos de leña. Ante la abundancia de ellos a lo largo de la carretera, se diría que todos los hornos de leña de España proceden de este lugar.


Nuestro primer contacto con la ciudad fué en el restaurante las Azeñas, recomendado por mi amigo Juan, donde igual se pueden desgustar unas tapas que atreverse con una comida seria y de buen nivel mientras se disfruta de la contemplación del Río Duero que rodea la ciudad por el Sur. El local ocupa un antiguo molino de agua situado en la orilla exterior del Duero. Sus comedores se abren al rio, a través de grandes ventanales, desde los que pudimos contemplar mientras comíamos cómo pescaban un par de cormoranes y luego extendían sus alas para secarse al sol, las evoluciones de los patos por la orilla del río o un grupo de ocas que nos hacían pensar en el "foie-gras".

El centro histórico está situado alrededor de una larga calle cuyo centro ocupa el parador de Zamora, donde tuvimos el privilegio de alojarnos.

En estos días se iba a inaugurar el castillo de doña Urraca, recién restaurado, con unas instalaciones muy modernas y bien preparadas para la visita. Cabe destacar las vistas de la magnífica catedral desde las almenas del castillo, y la falsa puerta de Bellido Dolfos, que no tuvimos la ocasión de ver, situada en la parte baja de la muralla que rodea el castillo, junto al río. En realidad, la hazaña del héroe Bellido Dolfos (héroe para los Zamoranos, traidor para los Castellanos) se inició al salir por otra puerta, la verdadera, pero al estar semienterrada, los responsables han decidido conmemorar su hazaña sobre otra distinta, abierta posteriormente. Este controvertido personaje se hizo famoso por matar mediante un engaño al Rey Sancho de Castilla, hermano de Doña Urraca, señora de Zamora, durante el asedio de aquél a la ciudad. Sancho, uno de los cinco hijos del Rey Fernando I de Castilla y León, había heredado Castilla, pero intentó, negociando y por la fuerza, reunificar los reinos que su padre había repartido entre sus hijos a su muerte. La muerte de Sancho a manos de Bellido Dolfos frustró dicho intento, pero su hermano Alfonso, que había heredado León, logró la reunificación tras la muerte de aquél. El Cid Campeador hizo jurar a Alfonso, en Santa Gadea, que no había participado en la muerte de su hermano como condición para rendirle vasallaje, lo que propició su destierro.

La catedral de Zamora , como tantas otras en España, tiene una mezcla de estilos resultado de su construcción y rehabilitación a lo largo de varios siglos. Así, en la fachada Sur podemos ver las partes más antiguas, de estilo románico, mientras que la fachada norte presenta un aspecto tardo-neoclásico al ser la más reciente. Destaca la cúpula de estilo bizantino, única en España.

Quiso la casualidad que durante nuestra estancia una desgraciada coincidencia, la muerte de la madre de mi amigo Juan, al que citaba anteriormente, nos permitiera un encuentro muy interesante con su padre. Se trata de una persona erudita, que recuerda por su porte y por su forma de hablar, a un profesor de instituto de los de antes. Es un profundo conocedor de la historia y el arte arquitectónico de la ciudad. Nos explicó que llegó en su día a haber una cincuentena de edificios religiosos, siendo Zamora la ciudad de España con mayor cantidad de monumentos románicos. También nos habló de la iglesia de San Juan Bautista junto a la puerta nueva, que tiene la particularidad de estar organizada de modo distinto al habitual, debido a su posición en la muralla, así como del pasadizo existente entre dos antiguos conventos, uno de monjas y otro de monjes, unidos por un pasillo-puente cuyo uso podemos imaginar. Nos citó para una visita posterior a la ciudad en la que nos explicará con más detalle el arte y la historia de su ciudad.
Finalmente nos fuimos de Zamora llevándonos un agradable recuerdo del paseo por su casco histórico, de la belleza del parador y de sus desayunos completos y de muy buena calidad, sin olvidar la magnífica cena en El Rincón de Antonio, junto al parador.

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