martes, 24 de noviembre de 2009

La nueva cúpula de la Unión Europea: La persona define el cargo.

Voy a sumarme a los numerosos analistas que han comentado los nombramientos del primer Presidente del Consejo Europeo y del primer Alto Representante para Política Exterior y de Defensa de la Unión Europea, en aplicación del Tratado de Lisboa.


Para ello voy a apoyarme en dos tesis sobre el funcionamiento de las organizaciones humanas que he constatado a lo largo de los años:
  1. La mayoría de las organizaciones funcionan mejor al principio y van perdiendo eficacia con el tiempo

  2. El contenido de un puesto dentro de una organización depende más de la persona que lo ocupa que de la definición oficial de sus funciones

He comprobado la primera tesis con frecuencia. Recuerdo, por ejemplo, lo bien que parecía funcionar el diario El País en sus primeros años. Quizás más que funcionar bien, debería decir que en su funcionamiento yo percibía mucha coherencia.

Creo que la causa de ello era que, al no tener apenas historia, todo lo que se hacía, desde la construcción de la portada y de cada sección diaria hasta el funcionamiento del servicio de limpieza, se había tenido que definir desde cero, y cada pequeño detalle, por mínimo que fuera, era el resultado de una reflexión. Alguien había tenido que pensar y decidir dónde se ponía la fotocopiadora, qué papeleras se compraban o cómo se estructuraban las reuniones de la redacción. Cuando el funcionamiento de algo es el resultado de una reflexión específica, tiene muchas posibilidades de ser correcto y coherente.

En cambio, cuando una organización lleva mucho tiempo funcionando, hay muchas cosas que se hacen de una determinada manera porque siempre se han hecho así.

Contaban la anécdota de un coronel que llega a hacerse cargo de un regimiento y sale a dar un paseo por el patio del cuartel. Durante su paseo se encuentra a un soldado armado, en actitud de estar de guardia, junto a un banco del patio. El coronel se para y le pregunta sorprendido qué hace allí. El soldado le contesta que esta haciendo servicio de vigilancia del banco. Cuando el coronel está a punto de enfadarse con el soldado por tomarle el pelo, de repente recuerda que, siendo teniente, estuvo destinado en ese regimiento y un día en que estaba de guardia, pintaron el banco y el ordenó que pusieran un servicio de vigilancia para que nadie se sentara mientras la pintura estuviese fresca. Muchos años después, aquel servicio ya no era necesario, pero nadie se atrevía a suprimirlo porque todos se lo habían encontrado al llegar, "siempre se había hecho así". Las organizaciones muy viejas tienden, si sus directivos no están muy atentos, a desarrollar "servicios de vigilancia del banco", a no poner en cuestión la organización porque "siempre se ha hecho así", perdiendo su eficacia de este modo.

La segunda tesis es aún más evidente. Recuerdo una empresa donde trabajé hace años, en la que todo el mundo envidiaba el puesto del Director de Personal porque no daba un palo al agua, todo el trabajo lo hacía su adjunto y él gozaba del prestigio y el salario de un puesto de alto nivel.

En realidad, esa persona habría gozado de una posición similar (excepto el sueldo, sin duda) independientemente del puesto que hubiera ocupado.

Todos conocemos a algún compañero que siempre se carga con mucho trabajo, o que asume todas las responsabilidades. Y también hemos observado muchas veces que cuando alguien así es sustituido, la persona que le ha reemplaza no hace el mismo trabajo ni asume las mismas responsabilidades. El contenido del puesto depende en gran medida de las características y actitud de la persona que lo ocupa.

Pues bien, la nueva estructura derivada del Tratado de Lisboa se va a poner en funcionamiento durante los próximos meses. Todo lo que será y cómo funcionará dicha estructura será definido por las personas que van a ocupar los cargos más importantes en esta primera ocasión. Ellos van a definir en gran medida el contenido real y determinar con su personalidad y actitud el poder real de cada puesto. Y muchos de los métodos de funcionamiento y de las relaciones entre estructuras que se definan ahora continuarán en vigor durante muchos años.

Era, por tanto de gran transcendencia la elección de las personas adecuadas para estos puestos.

Si queríamos crear una estructura fuerte, con unas personas que representen verdaderamente al conjunto de Europa tanto frente al exterior como ante los ciudadanos y entidades de la Unión Europea, debíamos elegir personalidades que tuvieran un peso político y una personalidad coherentes con ese objetivo.

No conozco lo suficiente a Herman Van Rompuy ni a Catherine Ashton, pero tanto las referencias que he leido como la comparación con otros políticos de peso que han sonado como candidatos, me hacen pensar que se trata de personas que no ofrecen a priori esa imagen de fortaleza y prestigio que les lleve a imponerse frente a los presidentes de los gobiernos de cada estado miembro.

Espero y deseo que, tanto Herman como Catherine, nos sorprendan a todos y se desvelen como unos grandes estadistas que doten de fuerza y prestigio a las instituciones que van a ocupar.

Pero creo que los Presidentes y Primeros Ministros de los estados miembros que componen el Consejo de la Unión Europea no han hecho correctamente su trabajo al nombrarlos. No tanto por el resultado final de la elección, como por el procedimiento y la motivación de la nominación, basada más en transacciones políticas para conseguir una cuota de poder para sus respectivos intereses individuales en la nueva composición de la cúpula gobernante de la UE, que en la adecuación de las personas a la misión transcendental e histórica que les aguarda.

Contrasta este proceso con el que se aplicó para nombrar al grupo de personas que redactaron la fallida Constitución Europea, origen del Tratado de Lisboa, cuando el grupo se constituyó con grandes personalidades, de reconocida trayectoria, encabezados por el expresidente de la República Francesa Valéry Giscard D'Estaing.

Probablemente la responsabilidad de esta estrechez de miras recaiga principalmente en tres o cuatro mandatarios de algunos grandes paises, pero al final, todos han avalado el método de selección.

Esperemos que los nominados estén más a la altura de lo que nos merecemos los ciudadanos europeos de lo que lo han estado los miembros del Consejo en esta ocasión.

Las primeras impresiones han sido positivas, pero lo importante aún está por ver.

Como dice Miguel Angel Aguilar para terminar muchos de sus artículos :

¡ATENTOS!

1 comentario:

  1. Hola Bernardo. Desgraciadamente, creo que lo que ha ocurrido en la Unión Europea no es mas que la translación de una visión nacionalista y cortoplacista en la que caen uno tras otro los gobiernos de los paises de la UE. Todos ellos ansían presumir de tal o cual comisario, secretario o presidente que supuestamente defenderá mejor los intereses de SU país. Falta, en definitiva, de una visión de conjunto, alejada de la infinita pereza que parece acompañar el análisis de cualquier estructura burocratizada. ¡Cuanta razón tienes en tu introducción sobre como funcionan hoy las organizaciones! Seguimos con métodos antíguos para resolver problemas eternos... No se trata de falta de metodologías o medios; es simplemente pereza y desidia: el "si funciona no lo toques" no vaya a ser que alguien se enfade. Hay que acabar cuanto antes con la actual parálisis institucional, corriendo los riesgos que haya que correr, incluyendo el zancadilleo de forma reiterada de una oposición que se burla de cualquier propuesta que pudiera ser beneficiosa, no vaya a ir acompañada de algún tipo de rédito electoral...

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