lunes, 21 de diciembre de 2009

La fiesta de los Años Viejos

Hace varios años unos amigos construyeron en Robledo de Chavela una casa para juntarse con sus amigos y organizar tantas fiestas como fuera posible.

Una de las fiestas que más me gusta es la de los años viejos, cuya cuarta edición celebramos el pasado sábado

Es una fiesta importada de Ecuador para celebrar el funeral del año viejo.

Los participantes confeccionan un muñeco representativo del año que se acaba y luego, con todos los muñecos, hacen una hoguera para confirmar que lo pasado ya es historia.

Yo este año he quemado, con gran furia y placer, en un deseo de acabar con ellas, algunas cosas:

  • La agresión de Israel a Gaza
  • La crisis económica
  • El espionaje político
  • La Gurtel
  • El secuestro del Alakrana
  • El terremoto en Italia
  • La persistencia de ETA
  • Las elecciones fraudulentas en Irán
  • La alarma injustificada por la Gripe A
  • Berlusconi, con sus velinas y su cara rota
  • Los cooperantes secuestrados en Mauritania
  • El representante de Greenpeace detenido en Dinamarca


También quemé otras cosas, unas buenas y otras neutras, pero esta vez con respeto, esperanza, alegría y otros sentimientos por el estilo:

  • La llegada de Obama a la Casa Blanca
  • Mi viaje en barco velero por Grecia
  • Los Galácticos de Florentino
  • Las detenciones de los jefes de ETA
  • Patxi Lehendakari
  • El doble triplete del Barça
  • La reforma de la ley del aborto
  • Mi entrada a saco en Twitter y demás redes sociales
  • La elecciones europeas pese a su baja participación

Se me han olvidado algunas cosas, pero lo importante es el espíritu de renovación, considerar que lo que ya ha pasado no es suficiente para construir el futuro, que el año que viene tengo que construir mi vida de nuevo, con toda la experiencia acumulada, pero sin dar nada por adquirido definitivamente.

¡A trabajar para hacer de la década que empieza una Década Prodigiosa!

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