sábado, 27 de agosto de 2011

Los problemas económicos de España

Los problemas económicos de España son, por este orden:
1: la distribución de la riqueza (el empleo si no encontramos otro método)
2: la deuda de las empresas
3: La financiación de las comunidades autónomas
4: la mala situación de una parte del sector financiero (las cajas de ahorros y algún banco pequeño)
5: en mucha menor medida la financiación del estado central

Probablemente mi diagnóstico no sea muy académico, pero estoy esperando que alguien del gobierno o de los partidos políticos con conocimientos me lo explique. Hasta que llegue esa explicación, me quedo con la mía.

¿Me puede alguien explicar la relación entre la reforma de la Constitución propuesta y acordada entre los dos partidos mayoritarios y estos problemas?

Yo solo la veo en lo tocante a la financiación de las comunidades autónomas y, para eso, se supone que hemos realizado reformas de los estatutos. Si no son suficientes, tendremos que reformarlos más, pero lo del artículo 135 de la constitución sigo sin verlo como una solución para ello.

En cambio, lo veo como una forma de limitar la capacidad de los gobiernos de izquierdas para realizar una política económica de izquierdas en el futuro.

Es como si se fijara, en las reglas de la Federación Española de Fútbol, que, en caso de duda, el arbitro siempre decidirá a favor del Madrid y en contra del Barcelona (o a la inversa, que para el caso es lo mismo)

En el mejor de los casos, la reforma de la Constitución es inocua. Pero yo soy muy desconfiado y no me creo que se vayan a tomar tantas molestias para nada.

Aparte de que los mercados lo exijan, lo que no deja de ser puramente coyuntural, no consigo encontrar una justificación razonable.

Por otro lado, no veo por qué necesitamos añadir detalles a la Ley que ya se encuentran en nuestra legislación nacional o europea.

Además, que no debemos gastar más de lo que ingresamos es de sentido común, pero me parece innecesario ponerlo en una ley.

¿Alguien estaría dispuesto a poner también que, si no hay dinero suficiente para las prestaciones sociales, se aumentaran los impuestos a aquellos que más tienen?

¿Por qué no ponemos también eso en la Constitución?

jueves, 25 de agosto de 2011

Las famosísimas y muy solicitadas Albóndigas de Bacalao de mi madre

Esta receta la aprendió mi madre de la suya, que a su vez la había aprendido de su madre. La verdad es que no sé a cuántas generaciones de Conchas se remonta.
El bacalao es un ingrediente muy apreciado y utilizado en la cocina levantina. Mi abuela era originaria de la comarca de Onteniente (Ontinyent)
Es un plato que se come con los dedos, en porciones individuales, lo que lo hace ideal para aperitivo, para comer en el campo y para preparar anticipadamente.

Ingredientes:
Dos tiras de bacalao salado sin espinas cortado en trozos, no llega a medio kilo (comprado, por ejemplo, en la casa del bacalao de la calle Tetuán de Madrid o en el mercado de San Antón)
Tres patatas grandes
La última vez que las hice (hoy) la proporción era de 550 gramos de bacalao y 750 gramos de patatas
Un huevo para la masa, otro para empanar y otro para rebozar antes de freír
Pan rallado
Perejil
Tres dientes de ajo
Pimentón dulce

Preparación:
Un día antes de preparar las albóndigas:
- Desalar el bacalao poniéndolo a remojo durante 24 horas y cambiando el agua al menos un par de veces.
El día de la preparación, preparamos la masa:
- Hervir el bacalao junto con las patatas hasta que las patatas estén hechas
- Se saca la patata y se pasa por el pasapurés
- Cuando se haya enfriado se añade un huevo y se mezcla
- Se desmigaja el bacalao, se añade a la patata con el huevo y se sigue mezclando
- En un papel de aluminio se prepara una cucharada de pimentón, perejil picado y dos o tres ajos picados
- se hace un nido en la masa y se pone en él la mezcla de especias
- Se pone aceite a calentar, cuando el aceite esta muy caliente, se vierte encima de las especias para que se sofrían sin quemarse
- se termina de mezclar bien todo

Luego vamos dando forma a las albóndigas:
- Necesitamos una superficie de trabajo grande (una mesa de comedor o una encimera de cocina amplia)
Sobre esta superficie colocamos en este orden los elementos siguientes:
- Un bol grande con la masa mezclada anteriormente
- Batimos un huevo en un segundo bol grande
- Sobre un trozo de papel de aluminio ponemos harina
- Sobre otro trozo de papel de aluminio ponemos pan rallado
- Preparamos una fuente con papel de aluminio rociado de harina para depositar las albóndigas antes de freirlas

A continuación vamos a ir preparando las albóndigas dándoles forma. Esta operación es más fácil si se hace en equipo (de dos personas)
- Tomamos una pequeña porción de masa (con las manos espolvoreadas de harina para que no se pegue demasiado) y le damos forma de croqueta.
- Rebozamos la albóndiga así formada en el huevo, la pasamos por la harina y finalmente por el pan rallado.
- Vamos depositando las albóndigas en la fuente preparada al efecto con cuidado de que no se peguen unas con otras.

El último paso consiste en freír las albóndigas:

- Preparamos una sartén con aceite caliente, pero no demasiado.
- Batimos un huevo en un plato hondo
- Rebozamos cada albóndiga en el huevo y la ponemos a freír
- Cuando esté frita la sacamos y la ponemos en una fuente sobre papel de cocina para que absorba el aceite.
- Cambiamos el aceite de vez en cuando porque se irá quemando con el pan rallado.

Ya tenemos las albóndigas de bacalao de mi madre, algunos las podrían consumir así, yo prefiero dejarlas enfriar.

Son ideales para llevar a una comida en el campo. Les pasa como a la paella, el cocido o los callos: están mas ricas al día siguiente.

En la nevera pueden aguantar una semana.




La (errónea) reforma de la constitución para limitar el déficit público

Dice John Keneth Galbraith en su Historia de la Economía que cada problema hay que analizarlo según sus circunstancias y que el afán de muchos economistas por aplicar las recetas del pasado a los problemas del presente son un error.

Alemania tuvo un episodio dramático tras la primera guerra mundial que generó una inflación exageradísima y hundió su economía.

El recuerdo de aquellos años y su intención de no repetir el mismo error les llevó a incluir en su constitución, tras la segunda guerra mundial, algunas normas para impedir que aquella situación se repitiera.

Y sesenta años más tarde, quieren que todos los países del Euro apliquen las mismas normas para resolver una situación que nada tiene que ver con aquello.

Es de sentido común, y casi todos lo aplicamos en casa, que no se puede gastar de modo indefinido más de lo que se tiene, más de lo que se ingresa.

Pero nadie necesita en su casa que esa norma de sentido común figure en las leyes y pueda ser perseguido en los tribunales si se endeuda más de ciertos límites. Cada uno sabe cuáles son sus perspectivas económicas de futuro y lo que tiene que hacer para lograr la mejor situación posible.

Muchos emprendedores, la mayoría, no habrían podido desarrollar sus empresas si hubieran tenido un corsé similar.

Todos sabemos que la misma norma, aplicada por un gobierno de un signo o por otro de signo muy diferente, puede dar lugar a políticas absolutamente distintas.

Claro que si gobierna la izquierda durante una crisis económica y hay una norma que dice que no se puede mantener un déficit excesivo durante más de un cierto tiempo, el gobierno fijará prioridades que reducirán el gasto público en aquello que pueda ser prescindible manteniendo la protección de los más desfavorecidos y asegurando hasta el límite máximo la inversión y el gasto público para relanzar la economía. Llegado el caso, incluso subirá los impuestos para asegurar el mantenimiento de la redistribución de la riqueza para garantizar el máximo de bienestar a los menos favorecidos económicamente.

Pero, si gobierna la derecha durante la misma crisis y existe esa norma, el gobierno se apoyará en ella para reducir gasto público, suprimiendo políticas sociales necesarias, condenando a los más desfavorecidos a sufrir la crisis, en aras de mantener las políticas económicas que les son apreciables, bajando impuestos a las empresas para que inviertan más, bajando impuestos a los ricos para que dediquen el dinero a invertir y, por supuesto, evitando cualquier subida de impuestos.

Es legítimo que un gobierno de derechas haga eso si ha obtenido la confianza de la mayoría de los votantes.

Pero no es necesario darle a través de la constitución argumentos adicionales para hacerlo.

Con esa misma norma los Estados Unidos de América no habrían podido ampliar el techo de su deuda sin modificar la constitución.

Creo que todos los gobiernos de derechas europeos están muy satisfechos de que esa ampliación haya sido efectiva, porque ha evitado un colapso de la economía mundial.

Vuelvo al sentido común que defendía John Keneth Galbraith en su "Historia de la Economía": cada situación requiere un análisis específico y unas medidas específicas e intentar encontrar la solución aplicando ciegamente las recetas del pasado es una insensatez. Fijar este último procedimiento, el de la referencia al pasado, como el único aplicable a través de a Constitución es una muestra de estupidez.

Otra cosa sería que Europa tuviera una política económica única, con una fiscalidad común. Entonces podríamos limitar desde el gobierno Europeo las opciones de cada país, del mismo modo que hoy consideramos lógico limitar desde el gobierno español las opcione de cada Comunidad Autónoma y de cada Ayuntamiento.

Echo de menos que la señora Merkel pida a los países del sur, como España que se alineen con Alemania subiendo sus impuestos hasta llegar al mismo nivel de presión fiscal que tiene su país en lugar de poner trabas a las políticas de gastos. Cuando estemos al mismo nivel que ellos en gastos e ingresos (siempre en proporción al PIB) hablaremos, mientras tanto, las comparaciones, además de odiosas, son tendenciosas.


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